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domingo, 29 de noviembre de 2015

White saturday


Tras la inmensa acometida mediática del black Friday me siento algo aturdido. No he realizado ninguna compra pero he observado anonadado cómo miles de familias, adolescentes y niños han puesto sus ilusiones en estos días con la esperanza de poder llevarse a casa gangas variopintas a precio de saldo (supuestamente). Y es que cuando una sociedad pone en juego sus ilusiones alineadas con el deseo de tener y poseer objetos algo nos está alejando de nuestra humanidad.
Sin sentirme cualificado para dar lecciones de ética o moral sólo me erijo en observador y atiendo a una realidad cada vez más enquistada: muchas familias encuentran el éxito y la felicidad en el hecho de "tener", "disponer" de artículos variopintos ya sea la última ropa de marca para el nene de P4, el altavoz espectacular para el iphone, las botas de montaña con tecnología para subir al Everest (aunque nuestra meta pase sólo por una subida a Collserola al año), el recibidor de diseño, el porta documentos envidia de toda la oficina, el traje estratosférico a mitad de precio, las cortinas de "breaking bad" o los Levi's lavados a la piedra pómez.

Esta última semana me he sentido agredido por la publicidad. Todo el mundo hablando del "black Friday". Adolescentes soñando con la sudadera soñada de doscientos euros a mitad de precio. Papás y mamás haciendo incursiones en la web para cazar la mejor ganga. Tios y abuelos a la espera de unas rebajas sonadas en el Corte Inglés. "Compre y disfrute". "Financiamos los que sea". Acumular para ser felices; tener para mostrar a los demás (aunque sea bajo la excusa que esta marca "dura diez años" por aquello de la calidad…), poseer como signo de estatus (aunque los últimos años la clase media haya rebajado sus pretensiones y compre artículos de los denominados "no snobs" para no parecer lo que comúnmente llamamos "un fantasma"… está mal visto). Sin embargo, la industria siempre va unos pasos por delante y sabe perfectamente cual es su nicho de ventas, su cliente potencial.

Y nuestros hijos están empapados de esta furia consumista. No pueden escapar por que nuestra sociedad se basa en el consumo desaforado, en la necesidad construida desde fuera. No pueden huir por que nosotros tampoco lo hacemos. Aunque después, los papás y mamás más "progres" les hablamos de reciclaje, de las familias que casi no pueden alimentarse, de aquello de comprar sólo "lo que necesitamos y no más", de que "tener no nos hace más felices" y argumentos parecidos. Sin embargo ellos van al cole y observan a sus amigos con las zapatillas último modelo, la sudadera surfista de moda o la mochila más "in" … y lo quieren; pretenden esos objetos por que la sociedad les ha enseñado que son más estéticos que otros, que su estatus va a ser distinto y que van a sentirse envidiados… y quieren sentirse así, adoran que los demás los miren y envidien, que piensen "qué suerte tiene este", "  cómo me gustaría ser como él" y parecidos…. Y es ahí como donde educador y pedagogo me alarmo y como persona me escandalizo. Y conste que no digo una barbaridad… o ¿sí?...

Por todo ello propongo un "white Saturday" dónde las familias podamos poner en valor lo que de verdad queremos poseer. ¿Y qué queremos?; ¿qué deseamos más para nuestros hijos?, ¿Qué se sientan envidiados o empoderados en el cole por llevar unas Munich "special"?, ¿Que se sientan orgullosos de sus padres por poder comprarles lo que desean (aunque algunos menores de 10 años ni lo sepan aún…)?, ¿Qué empiecen a hacer distinciones entre personas por el hecho de poseer objetos o por su origen social?... ¿seguro que deseamos esto?... ¿creemos -cómo nos inculcan sutilmente los medios- que los pequeños empiezan a triunfar en la vida a partir de todo esto?... Y nosotros, ¿nos sentimos más aliviados si nuestro pequeño de cuatro años calza unas "Timberland"?, ¿le hace este hecho más humano o más capaz?.... Todos diremos un NO rotundo… pero el inconsciente, magullado, nos traiciona.

Por todo ello propongo un "white Saturday". Un día especial dónde se ponga en valor lo que de verdad cuenta: la felicidad de los niños, la humanidad, el valor de las pequeñas cosas cotidianas, el placer del juego, de la risa, la sonrisa, el resplandor de la mañana de sábado, la pereza de levantarse, el beso de buenas noches, el cuento antes de dormir, la canción que hace saltar, las cosquillas, la peli en familia, las palomitas en el sofá, la odiada espinaca y el querido "nugget", la dentadura del abuelo en el baño, el globo que huye, el porrazo en el parque, la celebración por la ecuación resuelta, la señora del mercado, el sabor de la fruta, las nuevas canas del papá, el conflicto resuelto, el amigo de siempre, el placer de un baño, el gol fallado y la suplencia sufrida, el lloro desconsolado y el abrazo incondicional. Y es que los papás y mamás somos incondicionales de nuestros hijos se mire por donde se mire… pero haríamos bien en serlo también el sábado, no sólo el viernes. 

2 comentarios:

  1. Brutal, nano. Un plaer llegir-ho. Una abraçada

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    1. Ei!!! M'alegro que t'agradi!! feliç any!!!Petons per tota la família!!

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