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jueves, 8 de octubre de 2015

Carta a un futuro educador social


Toni me repite continuamente que quiere estudiar para ser educador. Él tiene 19 años, un pasado familiar complejo, tres años de adolescencia vividos en el centro de menores que dirijo, buena voluntad, valores importantes y un espíritu resiliente encomiable. No tengo dudas que este chico llegará donde se proponga. Ninguna duda. Pese a las dificultades existen personas que amparadas en su fuerza de voluntad, en sus valores y en una energía positiva sonsacada de no se sabe dónde consiguen sus objetivos. Y él quiere ser educador social. Quiere trabajar en esta complicada profesión después de haber sufrido y disfrutado de las diversas intervenciones que unos cuantos profesionales hicieron con él, después de vincularse a personas que en un momento difícil de su vida supieron rescatar lo mejor de él, después de sentirse agradecido por el apoyo que recibió. Sinceramente, no sabe dónde se mete.

Un servidor empezó su carrera como educador en un lejano año olímpico. La primera horneada de educadores sociales que empezamos en la universidad en un lejano 92 con toda la ilusión del mundo, rebeldes algunos, emocionados los más. Con 20 años de profesión a mis espaldas entiendo ahora en toda su inmensidad la categoría de nuestra labor. He pasado por centros de menores, por proyectos comunitarios, por centros abiertos, por acciones de participación infantil y juvenil, por apoyo a familias, menores migrados en solitario. He trabajado de educador en la calle y en instituciones. He coordinado y dirigido equipos. He formado educadores y educadoras tanto en la universidad como en el tajo. Y de todo ello me quedo hoy con que todavía sé muy poco de mi profesión. Poco. Poquísimo. Tan poco que cada día aprendo cosas nuevas de mí mismo, de los chicos de los que tengo la guarda legal, de mis jefes y especialmente de los educadores que colaboran conmigo. Un continuo aprendizaje que me produce dolor (cuando debo reconocer mis errores o señalar actitudes incompetentes o poco comprometidas) y placer (cuando integro nuevos puntos de vista o compruebo logros de las personas).

Por ello, cuando Toni me dice que quiere ser educador siento un inmenso placer por integrar a un futuro profesional que será muy competente a la vez que una leve angustia por no saber explicarle con palabras claras dónde se está metiendo. ¿ Dónde se quiere adentrar? A él le hace ilusión, lógicamente, trabajar de educador en un centro de menores. Él ha pasado parte de su vida ahí y sabe que puede aportar mucho, muchísimo. Yo también lo creo. Lo sé. ¿Quién mejor que un ex residente en un centro de menores para entender lo que sienten los chicos y chicas que están ahí?, ¿quién mejor para entender sus angustias, miedos y rebotes? Pero aun así, alguien debe de explicarle algún día en qué consiste realmente este trabajo. Yo no le puedo dar más que mi visión individual pero me veo en el deber de regalársela para que realmente esté seguro de su elección.

Querido Toni:

Tú sabes por experiencia propia que hay diversos tipos de educadores. Seguramente tantos como tipos de personas. No soy quién para enumerar aquí las diversas etiquetas y roles que llevan y juegan los muchos educadores y educadoras sociales que existen, especialmente en los centros de menores. Pero sí que te puedo explicar lo mucho que ponemos en juego.

El educador/a excelente viene cada día al trabajo con la máxima energía, está centrado absolutamente en la necesidades de los chicos y chicas que atiende, observándolos, compartiendo con ellos sus alegrías tristezas y desvaríos. Comprende el complejo cerebro adolescente sin juzgar todas las acciones. Está centrado en acompañar al chico o chica del que es tutor atendiendo a sus necesidades vitales, flexible con las normativas del centro, duro cuando debe serlo, cariñoso cuando se precisa, afable en las contrariedades, chistoso en los buenos momentos, inflexible ante las tomaduras de pelo, entrañable en momentos cálidos y cabroncete cuando se tercia. Pero con todo, el educador/a excelente anda al lado de cada chico o chica, consciente que no está" reconstruyendo" nada sino simplemente acompañando, sintiendo y animando a la vez que llamando la atención y señalando oportunidades y nuevos caminos que cada adolescente debe aventurarse a explorar.
Ese educador/a excelente no anda centrado únicamente en hacer cumplir las normas (de ello ya se encarga la policía en exclusiva) ni en obligar a andar el camino que él cree correcto desde su experiencia. Al contrario, entiende que cada persona es un mundo y se centra en que cada chico/a se conozca mejor a sí mismo y se sienta capaz de mejorar y transformarse.  Intenta que cada joven observe el presente y el futuro como un espacio lleno de posibilidades, consciente de los peligros y apoyado en sus puntos fuertes. Ese educador/a insufla fuerza, energía, esperanza. Cree en el adolescente y no se da por vencido. Sostiene al chico/a cuando este pierde la esperanza, le frena cuando se dispara, le abraza cuando se hunde y le abronca cuando se desmadra. Se hace respetar amparado en su fuerza y energía personal y no en la normativa en la que algunos profesionales intentan justificarse y disimular su incompetencia o su escasa energía vital.
El educador/a excelente no compara a los jóvenes ni crea estereotipos. Desenmascara conflictos internos sutilmente a la vez que presenta oportunidades y puntos de apoyo. No se pone las medallas sino que las pone él al adolescente y a la familia, si cabe.
No hablamos sólo de un profesional sino más bien de una persona comprometida con el prójimo, abierta a las emociones, centrada, resolutiva, enérgica y entrañable.

Pareciera que hablo de superhombres y super mujeres. Pero no nos podemos conformar con menos.
Y sí, Toni, olvídate de sueldos jugosos. Admite que parte de tu salario va a venir de tu satisfacción personal y de lo mucho que te plantees disfrutar en el trabajo. Triste, sí, que las labores básicas de esta sociedad sean vistas como poco menos que periféricas y prescindibles. Pero esta idea no debe desanimarnos puesto que nosotros sabemos que estamos aportando valor social clave .
Sin embargo te encontrarás con compañeros y compañeras desanimados, negativos, tristes o ambivalentes, resabiados y incompetentes. Pues claro; como en toda profesión hay personas que no debieran haberse dedicado a eso. Y lo afirmo categóricamente. Existen educadores que serían excelentes guardias urbanos, maestros, carpinteros, ingenieros, economistas, payasos, políticos o periodistas… pero como educadores que deben acompañar a jóvenes en riesgo son unos auténticos patanes. Lo siento. Es así. Si alguien me lee y se siente reconocido le aconsejo que se replantee su vida profesional puesto que su mala praxis está haciendo daño (y mucho) a personas adolescentes.

Si quieres dedicarte a acompañar jóvenes y adolescentes deberás ante todo conocerte a ti mismo, tus fortalezas y debilidades, tus limitaciones y potencialidades para saber en todo momento dónde y cómo estás. Un educador que no se conoce a sí mismo y que no es capaz de plantearse retos personales y crecer no será capaz de hacer crecer a sus chicos y chicas. Y es que hablamos de educación, claro, pero siempre vinculada al crecimiento personal, al convencimiento de ser capaces de todo, de aceptar la realidad para mejorar desde ella, del esfuerzo por conseguir objetivos, de resiliencia para superar las dificultades y de la búsqueda de la felicidad. Si!, de la felicidad! Te extraña? Pues no debería ... Acaso no es ese el reto de cada ser humano?: vivir feliz y en harmonía en su comunidad?

Te escribiría muchas más ideas pero todas se pueden resumir en un dicho de las abuelas, siempre a la vanguardia de la educación con sentido común: "se educa más con el ejemplo que con las palabras". Pues eso.

14 comentarios:

  1. Esplendido artículo, compañero

    Un placer comprobar y reconocer lugares comunes, emociones afines en esta maravillosa profesión.

    Un saludo

    Asier Félix (educador social)

    www.educablog.es

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    1. Mil gracias por este escrito,espero ser educadora social y sí tengo claro que no cobrare lo merecido pero también tengo muy presente que tampoco lo necesito si cada día me supero y con esa superación hago una vida mas fácil o simplemente mas amena creo que es una profesión que antes que nada necesita personas reales y humildad.Una vez más mil gracias y con tu permiso lo voy a compartir con mis compañer@s pues creo que es algo que deben leer para plantearse si realmente es su carrera.

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    2. Gracias a tí por leerlo!! Me alegra que te guste.
      Y sí, es una profesión no muy reconocida socialmente aunque los que nos dedicamos a ello sabemos que otro tipo de reconocimiento se nos regala a diario y eso también cuenta!!
      A parte, debemos luchar tammbién por mejorar condiciones, claro! Y muy especiamente por cambiar aspectos del sistema que no ayudan a nuestro trabajo...y por último, no olvidar nunca que nuestro fin último es el trabajo por la dignidad, la justícia social y la libertad... pero aquí, que cada cual se ubique como pueda y quiera. Un abrazo!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. O con H... Ámbos correctos.

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    2. Es tan lindo lo que escribiste que nunca la hache (o ache) fue tan muda. Gracias por compartirlo

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  4. He vivido eso que expresas desde el año 1988, cuando lo educadores éramos de vocación y compromiso social.

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    1. Y aún sigues en ello??
      Sugieres que ahora no hay educas de vocación y compromiso?...

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  5. Yo tengo ahora un problema conlos educadores. Y a lo mejor me pueden ayudar. No quiero odiarlos ni menospreciarlos...pero no los veo muy profesionales. Los veo mas como asistentes sin formacion. Al menos en la parte educador usuario. Creo q los educadores estan mas centrados en su relacion con la estructura, institucion q los emplean. Y q para quien realmente trabajan es para la estructura, y q nosotros somos la mercancia. Tengo 40 años y un diagnostico de sd de asperger, entre comillas muy funcional. Y a raiz de problemas psicosociales tb un dx de estres postraumatico. Ello ha derivado en q ahora necesito apoyo en contextos. Ellos no estan acostumbrados a trabajar tal vez con mi perfil, y yo creo q me beneficiaria mas de la ayud de un terapeuta ocupacional. Los educadorez van sobre la marcha, no planifican y no tienen soporte es escrito ni visual. Badicamente sus i tervenciones son acompañamientos en vacio y un ratico de charla. Y eso para mi no es apoyo a la vida independiente. Si los cuestionas no responden. Te hacen el vacio. Eso para mi es una tecnica de manipulacion. Mis educadores trabajan para una eztructura no gubetnamental de salud mental. Y me parece muy fuerte la capacidad de alienacion q tienen. Yo se q mi perfil es dificil de ubicar ahora mismo y q soy una mosca cojonera. Pero aun conservo dignidad y nivel de educacion y expectativas suficientes para saber mis derechos y exigirlas. Sin embargo, hago arteterapia en otro espacio, de otra asociacion, tb de salud mental, pero mas acoplada a poblemas psicosocialez. Ahi estoy mejor, pero me abruma un pico el caracter penitenciario de fondo. El caso es q el facilitador de arteterapia es un educador social. Y con el muy bien. Creo q no es la persona en mi caso, es el hecho de trabajar sin formato ni eztructura. Eso destruye a una persona con autismo. Y yo creo q tb a otros enfermos mentales no medicados. Por mas q les exp,ico mi ne esidad de intervenciones estructuradas no hay respuesta. Solo vacio, molestia y rabia contenida. Esto me genera mucha frustracion.

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    1. Hola. Gracias por el comentario.
      Desconozco tu situación y los proyectos que e atienden. Yo tampoco soy especialista en salud mental y no puedo orientarte mucho. Ahora bien, por un lado creo que haces bien en exigir tus derechos si crees que el acompañamiento que se hace contigo no es el adecuado o no te da respuesta a tus necesidades y por otro, debería comentarte que el trabajo básico de cualquier educador (en una gran mayoría de ámbitos) pasa por el acompañamiento en vida cotidiana, en el que, sin notarse mucho por parte de las personas atendidas, sí que debe haber efecctivamente una planificación,programación o como le queramos llamar. Esta programación puede ser mas o menos concreta y estructurada y puede ir desde programa de activvidades a "guía tutorial"... pero cualquier trabajo educativo debe estar estructurado de alguna manera (aunque tal vez no lo sientas así) ...y si realmente no es así (cosa que dudo) pues deberías elevar tu queja.... y sobre el tema de la mejor intervención en casos concretos de salud mentaal como el tuyo pues no sabría qué decirte... yo te emplazaría a preguntar más a tus referentes para que te expliquen exactamente cual es el plan de trabajo....

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  6. Me ha encantado tu artículo. Realmente hay pocos sitios en los que se habla de esta carrera con tanta profundidad. Recién acabo de escribir en otro blog igual de interesante acerca del mismo campo. Escribo aquí también porque los conocimientos de cualquiera que se digne a responderme son oro en paño para mi. Muchas gracias, felíz fin de año, y aquí viene:

    Me llamo Pablo y tengo 18 años. Soy de Logroño, La Rioja. Una ciudad que es prácticamente un pueblo. He tenido unos padres muy estrictos durante toda mi infancia y adolescencia y, aunque desarrollaron ampliamente mi madurez, potencial académico y cultural, me limitaron muchísimo a nivel social. Además yo era entonces muy tímido (que no introvertido) y soy gay como remate. Lo cual no tendría importancia de no ser porque mis padres son ultra-católicos. Mi adolescencia fue estar recluido en mi habitación jugando videojuegos, que usaba como analgésicos. Casi no me relacionaba y los únicos «amigos» que tuve fueron cuatro personas que lo único que hacían era jugar con el móvil, todos en un banco. Mis padres me obligaron a no contar a nadie que era gay y me fui minando mentalmente por años. Me convencieron puesto que decían que les hacía daño si «hacía gestos raros» o vestía «así» (básicamente que fuera yo mismo abiertamente, que no tiene que porque ser así, pero igualmente coartando mi libertad). Con la pandemia llegó mi oportunidad para bajarme del mundo, como diría Mafalda, reflexionar y volver de nuevo, pero no a existir como un zombi, sino para vivir. Salí del armario con mi abuela, después con mi hermana, y con mi tío. Hubo broncas fuertes por mis padres, pero lo hecho, hecho está.

    En vez de hacer bachiller, con mi media de sobresaliente me fui a un grado medio de técnico informático. La informática siempre me ayudó (anestesió más bien) y se me da realmente bien. Acabé los dos años (16→ 18 años) y saqué todo 10 y hace unos días me premiaron a nivel autonómico por mayor nota de FP de grado medio. Y no soy ningún genio, simplemente se me daba bien y me lo curraba mucho más que el resto (y el nivel alto no era).

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    1. Decidí hacer un doble grado superior de programación (DAW y DAM) y actualmente estoy en el primer año. Sin embargo, hace seis meses, me apunté a Cruz Roja. Comencé haciendo voluntariado en INN (inclusión para niñ@s en riesgo de exclusión), medioambiente y haré el curso de monitor en breve. Me ha llenado de unas maneras increíbles, he hecho decenas de amigos y participado en todas las convivencias y encuentros surgentes. De hecho, mis únicas relaciones sociales en mi adolescencia fueron campamentos y convivencias de la parroquia, los cuales, siempre me encantaron quitando el factor religioso. Yo no soy introvertido, me encanta relacionarme. Pero por la falta de experiencia y el lastre de la timidez me costaba. Ahora tengo un fuerte debate de si dedicarme a lo social o a la programación (lo único de informática que me gusta y la salida más amplia/mejor pagada). Educación social que ha llamado mucho, pero ya he investigado como buen informático y he visto los miserables sueldos, jornadas estoicas y grandísima vocación y personalidad que se requiere. Sin ir más lejos, integradores sociales que he conocido en mi ciudad hacen de todo, no paran, y cobran ~900 €. Y otro educador social que tiene más de 25 años de experiencia está en los 1200 €, y me lo dijo él. Y claro, yo como programador puedo llegar a los 2000 €… Pero eso es lo que menos me preocupa. Me preocupa más saber si es mi verdadera vocación. Lo que sí se es que soy bastante nerviosos (no paro quieto) y tengo claro que no quiero pasar mi vida sentado en una oficina, aunque sea programando. Me gusta, sí, pero no sé si me llena. Estos tres años (empezando en marzo) comenzaré mis prácticas y descubriré si rechazo la programación como vocación.

      Hablé con un educador social que fue tan amable de darme unas horas de su tiempo y me dijo que siguiera/probara distintos tipos de voluntariado. En Logroño no se estudia la carrera (normal, es enano). Mi plan es ahorrar dinero de las prácticas de programación (superbién pagadas, con 15 meses a 400 €/mes en tres años), los de mis premios, del Telepizza donde trabajo también, y de trabajos de verano. No sé donde haría la carrera, pero Burgos me pilla al lado. (Además, me serviría de excusa para escapar de Logroño, conocer gente nueva y ser más libre. Mis padres no pueden pagarme nada porque nunca tuvimos más que lo justísimo, pero al cumplir 18 y darse cuenta del daño que hicieron me han dado libertad total).

      Ese es mi dilema. Resumo mis dudas si alguien me regala una respuesta que, estoy seguro, que pueda iluminar el camino de otros:
      - ¿Cómo saber si educación social es mi vocación?
      - ¿Dónde estudiar educación en España?
      - ¿Valgo para ello? (Conozco personas muy quemadas por ello y no sé si tengo la personalidad necesaria, ya que tengo buenas intenciones, soy bastante inteligente, creativo y reflexivo, pero no me veo fuerte para soportar cosas duras. Realmente soy bastante sensible a escenarios sangrientos y soy nervioso, aunque trabajo día a día en ello).
      - ¿Merece realmente la pena?

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    2. Pablo! me ha encantado leerte! Gracias por compartirlo!!!
      Me parece muy maduro todo lo que cuentas, de verdad.
      Sobre el tema de la vocación pues no sabría bien qué decirte... en el fondo nuestro trabajo radica en la satisfacción personal de sentirte útil aportando herramientas al otro y ayudándole a mejorar su vida. Conozco muchos educadores quemados pero muchos también ilusionados con lo que hacen y disfrutando de su trabajo aunque sea a menudo muy duro. Existen diversos ámbitos y es cuestión de mirar dónde cada uno encaja mejor. Si te ves trabajando en ello te diría que no lo dudaras y te apostaras a por ello...la sensibilidad es necesaria en nuestro trabajo y no hace falta ser un "tipo duro" aunque sí una persona centrada que domina el campo emocional....
      Si me permites que te de un consejo yo te animaría a terminar de formarte en programación (si no son muchos años) y que lo combines con experiencias de voluntariado (ojo que el voluntario no suple al profesional) para ponerte un poco más a prueba y que después te formes como educador social. Si haces así, quien sabe si puedes en el futuro combinar ambas áreas...
      Para estudiar tienes unoversidades en casi todo el país. Para trabajar es cierto que las condiciones son tristes pero lo son menos en Euskadi, Catalunya y últimamente también en Valencia, lugares dónde sí que hay trabajo como educador/a.....

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