Hacía tiempo que
deseaba escribir acerca de este tema pese a saber que me van a caer palos por
parte de profesores de primaria que trabajan con sus alumnos actitudes
ecológicas, ambientalistas y otros tantos.
Y es que sí, que está
muy bien que enseñemos a nuestros niños cómo funciona el reciclaje casero y que
estos puedan ilustrar a sus ignorantes padres. También es muy pedagógica la
avalancha de noticias y detalles que estos últimos años los medios nos regalan
a diario con todo lujo de detalles para tener bien claro que existen
microplásticos no perceptibles al ojo humano, que las bolsas de plástico en el
mundo son una barbaridad, que los envases deben ser reutilizables y que en
Barcelona si eres relativamente pobre y tu moto tiene más de doce años puedes
ir a pie a partir de enero si no quieres una multa de mil euros. También me
encantan los talleres de reciclaje, el día de la bicicleta, las jornadas
populares de recogida de basuras en la playa y otras tantas iniciativas.
Todo esto está muy
bien. Y si además se habla abiertamente del cambio climático y de la crisis
mundial que se avecina pudiendo llegar a ser un apocalipsis muy real y cercano
pues una parte importante de la población toma conciencia, se preocupa y
empieza a movilizarse. No en vano en nuestro país y en todo el globo los
activistas más concienciados son gente muy joven… incluso niños y niñas. Mi
propio hijo de ocho años terminó llorando el dia que estuvimos charlando un
buen rato sobre este tema al darse cuenta que nuestro planeta está literalmente
al borde del colapso y que de no haber un cambio increíble y desmesurado vamos
esprintando hacia nuestra propia extinción. Él me dijo que lloró por miedo pero
yo creo que también sintió impotencia. Y es esa sensación, la de impotencia, la
que más me duele a mí como ser humano. Y es que yo siempre he creído ciegamente
en aquello de "actúa localmente para crear cambios globales" pero en
este caso creo que las loables acciones individuales y comunitarias a pequeña
escala aunque se repliquen a millones no llegarán a apaciguar la hecatombe que
se nos avecina ni en un ridículo diez
por ciento.
Podemos reciclar
fantásticamente, usar bolsas de tela, controlar el uso de agua, electricidad y
tener criterios ecológicos en todas nuestras compras, comprarnos un coche
eléctrico y denunciar la deforestación de la Amazonia y aun haciendo todo esto
y mucho más la gran mayoría de la humanidad no llegaremos a evitar nuestro fin
como especie en un corto período de tiempo. Eso es así y así debemos empezar a
decírselo a nuestros niños y jóvenes porque realmente no nos enfrentamos a una
crisis climática o ambiental sino a una crisis sistémica, de humanidad. Una
crisis derivada de un sistema capitalista obsceno, tan obsceno que aun siendo
el culpable de la situación no duda ahora en "jugar al despiste" con
la población proponiendo nuevos hábitos de vida y productos "eco" por
supuesto más costosos, aunque ya se encarga la maquinaria publicista de
adornarlo con valores para que los ilusos consumidores se sientan a gusto y
felices. Una nueva oleada lanzada por multinacionales y poderes económicos se
dispara por el mundo a toda máquina convenciendo a la humanidad que ese nuevo
consumo "alternativo" te hace mejor persona y que ayudas a la
sostenibilidad del planeta. Una suerte de nuevos conceptos culturales han
empezado a arraigar en todo el mundo haciendo creer a las víctimas del abuso de
los recursos que no somos víctimas sino culpables y que por ello estamos
moralmente obligados a hacer algo (por supuesto, a consumir algo alternativo
que nos proponen como más ecológico y sostenible). Y diría que sí, que estamos
obligados moralmente a hacer algo; por supuesto. Pero me van a disculpar si
pienso que ese “algo” que tenemos que hacer debe ser radicalmente distinto a
consumir más...
Pensemos que los que
controlan los medios (y el pensamiento) de la humanidad son los que acaparan
las fortunas mundiales acumuladas a base de extorsiones, abusos y expoliaciones
necesitando de la extracción insostenible de recursos naturales y de una pobreza
mundial mayoritaria que no para de crecer. ¿Qué extraño motivo nos hace creer
que estos sujetos y sus corporaciones buscan un bien común para la humanidad si
precisamente necesitan a un ser humano empobrecido, alienado y feliz en su
burbuja de ecoplástico con programas de televisión a la carta, consolas, moda a
la última y smartphones de la leche para seguir creciendo? Dejemos de ser
ilusos y de hacerles el juego, por dios o por lo que sea.
Mientras nuestros
niños aprenden a reciclar cristal, multinacionales envasadoras aumentan su
producción; mientras usamos productos reutilizables una oleada de márketing los
promueve mucho más caros con valores
añadidos; mientras hablamos de economía de proximidad empresas chinas nos
venden naranjas de Valencia al doble de precio y así hasta el infinito.
Dejemos de ser ilusos
y mostremos a nuestros niños que el sistema capitalista está controlado desde
unas élites mundiales que no dudan en aniquilar población de Síria o Irak para
asegurarse reservas petrolíferas o bien de dar golpes fascistas (estos energúmenos
sin ideas y fácilmente manipulables) en cualquier área de América Latina o
África. Hoy toca Bolívia con sus reservas de litio pero mañana puede ser
Nigeria, Congo o Uruguay… y sí, esa es la crisis, la verdadera crisis. La
historia de una humanidad rota que se debate entre la miseria y la
supervivencia en su gran mayoría, de un norte abatido los últimos años por el
fenómeno proteccionista, racista y violento de la ultraderecha amparada por los
medios y financiada desde oscuros rincones y de un sur expoliado sostenido en
mínimos de supervivencia para poder siendo útil (y consumista) a las élites.
Eso es lo que ocurre mientras seguimos reciclando la basura de casa pensando
que salvamos el mundo y ante esa idea sólo siento impotencia y desorientación.
Y sí; seguimos a toda
máquina directos a la extinción. De todas las medidas ambientales tomadas o en
proyecto casi ninguna ha sido llevada a cabo por las grandes potencias puesto
que realmente no son los estados los que gobiernan el mundo sino las élites
financieras que mueven los hilos de la política mundial y en un acto de
psicopatía extrema han decidido que si sus nietos deben morir así será. Y no
hay democracia en todo el globo (salvo algunas como Venezuela o Bolívia que
terminan rápidamente en dictadura de izquierdas) que pueda escapar a ello … y
me atrevería a decir que las democracias modernas no son garantía ni de
autogobierno ni de poder popular actuando como simples decorados ciclópeos en
que los estados distraen a la población y les hacen sentir empoderados en sus
anuladas vidas.
Por ello, esta noche
cuando bajes al container verde con tu hijo para tirar las botellas y
recipientes del fin de semana recuérdale que para salvar el mundo deberá hacer
mucho más de lo que estamos haciendo sus padres….
Reciclar es lo menos malo... pero reciclar los sistémas políticos y económicos es necesario, la lucha de clases reciclada.En el sistema actual generar mierda te da más poder... un poder de mierda, que condena la vida de nuestra especie, no del planeta.
ResponderEliminarTotalment d'acord Jordi!!! Generar merda sense parar.... Una abraçada!!!
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