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domingo, 22 de enero de 2017

Inconformista

Inconformista. Adjetivo a menudo expuesto en currículums o como definición personal con connotaciones positivas. Denota, para algunos, cierta tendencia a la mejora, a la superación, a la fijación por llegar a nuevas metas. Numerosas personas se definen así para demostrar su carácter ganador, valiente y decidido sin caer en la cuenta que dicho adjetivo se asemeja mucho a "insatisfecho".  
A menudo se educa a los hijos desde el convencimiento que el inconformismo ayuda a desarrollar las capacidades de autosuperación y tal vez sea así en algun grado aunque no hay que ser muy espavilado para comprobar (y si no prueben a observar el comportamiento de muchos padres que acuden a ver a sus hijos a actividades deportivas) que a menudo se funde con la competitividad. Así pues, muchos niños son educados en el convencimiento que el inconformismo equivale a la competitividad. Nada más fácil: ¿cómo comprueba uno su mejora personal ? Pues en la comparación con los iguales. En el equipararse con los demás. Y ahí llegamos a la base de nuestra sociedad: "yo soy lo que tengo"... y ¿cómo se lo que tengo?... pues cotejándome con mis allegados. Sólo si tengo más que tú voy a ser algo. Sólo si lo hago mejor o más rápido que tú voy a ser alguien. Sólo si soy mejor en algo me voy a sentir bien. Superior. 

Y ahí estamos. Sentirnos inconformistas significa sentirnos inferiores a otros a los que queremos alcanzar o superar.  Aunque no siempre es así. Hay un tipo de inconformismo que tiene que ver con la auténtica superación personal, con aquello de querer ser mejor cada día por el simple hecho de ser mejor persona, más hábil. Un tipo de inconformismo que no se centra en compararse con los demás exclusivamente sino en marcarse retos personales y obtener el placer de recorrer el camino para llegar hasta la meta, aunque todos sabemos que al llegar a la misma esta se desplaza inmediatamente unos metros más allá y no saboreamos el placer de la llegada tanto en la realidad como en el pensamiento previo y después en el recuerdo del éxito.

Con los niños pasa igual. Si los educamos en un inconformismo exacerbado corremos el riesgo que se sientan eternamente frustrados en una época en que la inmediatez recorre sus venas. Si en cambio les enseñamos a marcarse metas realistas y disfrutar del proceso de esfuerzo, tenacidad y aprendizaje ayudándoles a compararse con ellos mismos y no siempre con los demás les estaremos enseñando a mejorar como personas, a disfrutar del esfuerzo y a autorecompensarse sin tener que recurrir siempre a la influencia externa.


Deberemos ayudarles a descubrir su motivación intrínseca, fijar un objetivo claro, reconocible y alcanzable, promover las acciones necesarias, entrenamiento y pasos para la mejora, acompañarlos en el proceso y hacerlos conscientes de que el desánimo, los impedimentos y las frustraciones son estadios intermedios hacia el éxito así como fuente de aprendizaje y mejora. Deberemos también educarlos en la fortaleza y en el convencimiento de sus propias capacidades para que se den cuenta de que una vez logrado un objetivo se pueden marcar otro y luchar por él. A la vez , como adultos responsables, deberemos convertirnos en figuras de referencia dónde los niños puedan verse reflejados y imitar actitudes y sentimientos. ¿Cómo vamos a educarlos en la superación si nosotros no nos atrevemos a marcarnos nuevas metas y a compartirlas con ellos? .... Y para el que ahora mismo piensa que esas metas son muy complicadas le contestaré que la nueva meta personal que compartí con mi hijo fue la de elaborar una pizza casera más sabrosa que la anterior. ¿Y saben? Lo conseguí! Y lo celebramos juntos!