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domingo, 8 de diciembre de 2019

Hortaleza


Desde el año 1995 que trabajo en el ámbito de la Educación Social siempre en proyectos relacionados con familia, niños, niñas, adolescentes y jóvenes en situación de riesgo social en la órbita de los servicios sociales o la protección. Va a hacer 25 años que vibro con mi profesión y que me dedico a hacer pedagogia a allegados, amigos y gente en general que estereotipan por desconocimiento a una parte de la población y a los mismos profesionales que trabajamos con ellos, explicándoles con detalle la realidad del sistema (que sí, que en su génesis no deja de ser perverso) y haciéndoles ver que se trabaja con seres humanos con nombres y apellidos para su proyección personal y para su repercusión positiva en el bienestar general de la sociedad de la que forman parte. Porque sí. Porque forman parte de nuestra sociedad. Porque la participación positiva de un sólo individuo ya mejora a toda su comunidad.

Llevo años en ello. Los últimos 13 en la dirección de un par de CRAES que para el que no lo sepa son centros residenciales dónde viven personas menores de edad tuteladas por la administración. Y sigo emocionado cada día con lo que hago creyendo firmemente en mi trabajo y en las personas a las que acompañamos. 
Es cierto que no siempre las cosas salen bien pero las vidas exitosas de muchas personas dan fe de la utilidad de un esfuerzo conjunto entre los equipos y las personas atendidas. 
Recuerdo que sobre inicios del 2000, momento en que trabajaba como educador por la zona del Raval en Barcelona, tuvimos que enfrentarnos a la primera gran oleada de niños extranjeros no acompañados campando por las calles y sin servicios a los que acudir. Unos proyectos bastante precarios procuraron abordar la situación en sus primeros momentos dónde trabajamos con mucho ánimo pero con profundo desconocimiento. De aquella época conservo amigos -por aquél entonces niños- que hoy día forman parte positiva de nuestra sociedad. También conservo recuerdos penosos de otros chicos desbordados que no consiguieron sus objetivos y hoy día están muertos o deambulan entre la prisión, las drogas o los narcopisos del Raval. En aquella primera oleada de adolescentes vinieron tanto chavales de la calle de Tánger como otros adolescentes que símplemente venían a buscar trabajo honesto en la tan fastuosa Europa como otros de clase media y alta marroquí que venían a la aventura para probar suerte y iniciar una nueva vida; algunos con el beneplácito de sus famílias, otros no. 
Conocí en varios años a infinidad de chicos y más adelante chicas y puedo decir que en su mayoría se trataba de personas fuertes, con buenas intenciones, capacidades y ganas de tener una buena vida. También había quien delinquía por que ya venía con esa afición desde su país o bien por que una vez en Barcelona y sin recursos terminaba sucumbiendo a las drogas y al malvivir. Sí, muchos terminaron así, pero la mayoría no venían con esa intención.

Me vienen todos estos recuerdos hoy a raíz de los hechos acontecidos en el centro de menores de Hortaleza, sí, el de las ruedas de prensa de Vox, el de las pintadas racistas en la puerta, el de los ataques con una granada... ese mísmo.
Y es que leí la notícia por twitter y la desinfornación de los medios me llevó a leer que la granada la había puesto un joven marroquí en un “ajuste de cuentas”... diversos medios importantes publicaron esto y tardaron muchas horas en retractarse muy tímidamente. Triste. Más triste aún que en su inmensa mayoría los grandes medios silenciaran el asunto o no lo relacionaran con la presión que VOX ha estado ejerciendo sobre ese establecimiento. Así las cosas, un acto obsceno de terrorismo racista contra niños llegó a pasar bastante desapercibido para la inmensa mayoría de la sociedad. Si algo así hubiera pasado relacionado con Catalunya y la guardia civil se hubiera decretado el estado de sitio en mi tierra... pero ese ya es otro tema.

Pues bien. Unos adolescentes tutelados han sido objeto de un ataque terrorista pero como se trata de extrangeros denostados por la prensa y por la extrema derecha pues no pasa nada ni se activa ninguna alarma. Prensa importante de España destacaba la poca carga explosiva de la granada restando importancia al asunto. Otros medios ni lo nombraban y mañana estará olvidado.... total, se trata de escoria humana (aunque niños) que no le importa a nadie.

Y pensando en todo ello mi indignación crece y crece. Como aquél lejano día en que fui esposado de malas maneras sobre el capó de un turismo por un guardia urbano barcelonés por haber intentado parar a su compañero que abofeteaba en medio de la calle a un niño de unos 12 años con la única excusa de las “pintas” de niño de la calle (kharraka) que llevaba. El niño se llevó las ostias. Yo me llevé unos empujones. Y el par de orkos que me detuvieron alegaron desacato a la autoridad para salir de rositas aunque la intervención de los tenderos de la calle les obligó a soltarme para no meterse en mayores problemas.

Sí. Vivimos en una sociedad algo enferma. Vivimos en un lugar dónde la justícia forma parte de ideales nada prácticos y que se extienden sólo en constructos teóricos y políticamente correctos que no resisten la mínima mirada de humanidad. Una legislación y un sistema al servicio de poderes económicos oscuros, lejanos y diversificados nos tiende una existencia con muy pocas libertades efectivas y que nada tienen que ver con lo que nos venden como libertades democráticas para hacernos sentir libres, justos y moralmente respetables dentro de nuestra inmensa jaula.

Y sí, lo de Hortaleza me jode. Igual que me jode la situación que se vive en otros lugares que conozco más de cerca como los vividos este verano por un grupo de seis adolescentes extrangeros no acompañados y sus educadores que viven en un piso de l’Hospitalet de Llobregat. Durante el mes de julio y agosto fueron asediados por prensa local y vecinos varios azuzados por una asociación de extrema derecha del mismo barrio que mintió, atacó y provocó altercados diversos acusando a los jóvenes de delitos no cometidos. ¿El resultado? Radicalización de los adolescentes, vivencias de injustícia y sentimiento de persecución. ¿Culpables?.... seguramente los cuatro adolescentes manipulados por adultos fascistas que en pocos años habrán aprendido a adaptar sus actuales actuaciones antisociales hacia discursos más “políticamente correctos” que tendrán cabida en esas “lbertades democráticas” que cada vez más se hacen suyas los defensores del racismo y el odio.
Y en eso andamos ahora en esta sociedad; en flexibilizar la  ética y la moral para ponerla al servicio de amos desconocidos a los que no les importamos un carajo porque sólo somos mano de obra barata y consumidores descerebrados para sostener sus gigantescos negocios. Y en eso andamos, discutiendo entre nosotros y tomando partido por bandos que los medios de comunicación nos imponen sutilmente sin ser conscientes que todos somos uno y que el único bando contra el que luchar ya ha sobrepasado con creces el control y la dictadura de los mundos inventados por Huxley, Orwell y Bradbury....

Y sí. Mañana me levantaré con ilusión para trabajar con fuerza pese a saber que formo parte intrínseca del sistema y que estoy atado a una hipoteca, un salario y una organización social de la que no puedo escapar radicalmente. Pero sí puedo poner en práctica valores en los que creo y tengo la inmensa suerte de poderlos ejercer en mi trabajo. Por ello me siento muy feliz y orgulloso. 
Y volviendo a Hortaleza debo decir que me siento algo aliviado al ver hoy por televisión que centenares de vecinos han salido a la calle a defender a los jóvenes que viven allí. Una señora entrevistada me ha emocionado al escucharla decir que somos seres humanos y que las etiquetas que nos venden nos hacen creer que en determinadas zonas del mundo nos sentimos con el derecho a vivir con comodidades aún a sabiendas que eso mismo relega a otros seres humanos a vivir en la miseria. Y esa idea tan clara y certera me persigue desde siempre y me cortocircuita a veces cuando intento aparentar para mí mismo que soy un ser coherente sin llegar a serlo jamás. 
Pero pese a mis incoherencias y las vuestras (todos las tenemos sino no seríamos seres humanos... me encanta Morin!) debemos ser conscientes que vivimos en comunidad y que cada uno de nuestros pequeños actos repercute en todos de alguna manera. 
Por todo ello os animo a ser coherentes con lo que sentís como seres humanos... y antes de dejaros seducir por discursos políticos que hacen énfasis en el bienestar de unos pocos, antes de comprar ideas centradas en la sostenibilidad del sistema, antes de creer en pensamientos aparentemente centrados en la justícia social de nuestro pequeño espacio, intendad ampliar el foco para tener una mirada más global libre de prejuicios sociales, raciales o económicos para poder mirar a los ojos a cualquier ser humano y sentiros en el mismo plano. Es difícil porque no hemos sido educados así pero no hay otra manera para que podamos avanzar como sociedad o para que podamos seguir habitando este planeta. Y por favor, borrad de vuestro cerebro la jodida palabra Mena.

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