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sábado, 24 de septiembre de 2016

Nuestro peque de cinco años


Cuando te das cuenta que tu hijo de cinco años te hace preguntas incómodas, te saca a relucir incoherencias, no te hace caso repetidamente en algunos aspectos y admiras con cara de anonadado la hermosa carita de bebito que tenía hace sólo un par de años ya estás entrando, como yo, en la nueva fase de la paternidad/maternidad infantil. Enhorabuena! Abrazos y felicitaciones! Tenemos ahora algo así como unos seis años más antes del próximo (y espeluznante para algunos) gran cambio de ciclo como padres.

 

Pues sí. De repente nuestro pequeño de cinco años nos pone en tela de juicio algunos conceptos. O nos pregunta cosas como "papá, no estaría bien que las personas tuviéramos un cuerpo de recambio…por si a caso?" o "papá… he estado pensando… cómo sabemos que no vivimos en un video juego y que alguien desde fuera nos está manejando" (glups!! Y sin ver todavía "Matrix") o "qué te parece si este fin de semana viajamos al Brasil?"....

 

Dejando a un lado los estadios de Piaget o Vygotsky los papás de niños de cinco años entendemos claramente que nuestros hijos nos necesitan de manera distinta. Ya no les hace falta ese control espectacular en el parque ni el agobio de la cucharita en la  comida. Ahora muchas problemáticas son resueltas con el lenguaje: "puedes jugar tranquilo pero en un lugar dónde te pueda ver", "cómo?, que no vas a cenar las espinacas?... Muy bien, déjalas... Pero mañana por la mañana te espera el plato que dejes...".

 

Entramos pues, en esta bendita fase en que el lenguaje oral nos ayuda a dar instrucciones, a anticipar respuestas, a explicar reglas, a preguntar y escuchar atentamente, a bromear y a empezar con chistes, ironías (sólo para algunos avanzados), compromisos y promesas difícilmente realizables. Entramos también en un  momento superior del lenguaje no verbal donde comprobamos a diario las expresiones de nuestro peque a la vez que él entiende rápidamente nuestros gestos, momentos de alegría, agobio o cabreo supino sin mediar palabra.

 

Un nuevo mundo de posibilidades se nos presenta ahora. Descubrimientos espectaculares, exploraciones, experimentos, razonamientos abstractos advenedizos, emociones para gestionar, valores aplicados en conductas concretas y explicados por ellos mismos. Se trata de una fase increíblemente rica aunque lógicamente agotadora, extenuante por momentos. Aún así, nuestro mejor premio pasa por comprobar sus momentos de felicidad, su libertad de movimiento y ansias de autonomía, la libre expresión de emociones (con la que delicadamente debemos orientarles sin coartarles), sus aprendizajes cotidianos y su autocontrol en algunos límites (autodisciplina) que ya hemos conseguido instaurar con éxito en una primera fase básica.

 

Creo importante destacar  en este momento evolutivo estos dos conceptos: gestión emocional y autodisciplina. 

 

Ambos se entrelazan en todo momento y se retroalimentan. Sin duda las familias debemos esforzarnos en reforzarlos de cara a que nuestro pequeño aprenda a saber lo que le ocurre y como se siente en todo momento a la vez que dispone de la voluntad suficiente para llevar a cabo sus propósitos.

 

La gestión emocional empieza por el simple hecho de conocer las emociones que invaden en todo momento al pequeño. Se trata de algo en teoría fácil y asequible aunque debemos tener en cuenta que la mayoría de adultos no hemos estado familiarizados ni formados en nuestra educación en este sentido y a menudo somos analfabetos en este ámbito. Sin entrar a valorar con mayor profundidad simplemente destacaremos que con cinco años un niño o niña debe ser capaz de verbalizar su estado de ánimo teniendo el vocabulario suficiente (triste, feliz, animado, aburrido, emocionado, enfadado, alegre, sorprendido...) a la vez que sabe distinguir físicamente (dónde y cómo siente la rabia, por ejemplo) y mentalmente (qué pensamientos le invaden en cada uno de los diferentes estados). El hecho de ejercitar conversaciones en este sentido es el mejor entrenamiento para aumentar la capacidad de comprender las propias emociones, hecho básico para después intentar gestionarlas. Diálogos cotidianos con preguntas como "qué sientes ahora?", "en qué parte del cuerpo sientes calor ahora?", "te has mirado al espejo cuando estás enfadado?, qué ocurre?", son de gran utilidad; también es muy recomendable leer libros relativos a emociones (en el mercado hay muchos, un buen comienzo puede ser "el monstre de colors") así como aprovechar momentos cotidianos ante el televisor o por la calle para adivinar estados de ánimo de otras personas o símplemente compartir con nuestros hijos como nos sentimos nosotros mismos y qué nos ocurre.

 

Tarea también necesaria aunque ardua es la relacionada con la autodisciplina. Recomiendo en este sentido poder leer alguno de los libros de Jose Antonio Marina, pedagogo que hace especial énfasis en remarcar que el objetivo de la educación es hacernos libres pero en un marco de autocontrol, autodisciplina y fuerza de voluntad para elegir nuestros propios caminos con criterio. Así pues trabajar este ámbito con nuestros peques de cinco años tiene mucho que ver con los límites claros y previsibles, con las consecuencias por encima del castigo, por nuestra empatía con sus sentimientos, con los premios, con los retos que les planteamos, con la positividad y nuestra confianza en ellos.

Un elemento clave toma fuerza a los 5 años: "inténtalo de nuevo". Esa expresión resume la actitud con la que debemos ayudar a nuestro peque a enfrentar las dudas, los miedos y los fracasos. Nada hay más reforzante para un niño que conseguir finalmente montar ese puzle gigante que parecía imposible....

 

Sin duda un niño o adolescente con fuerte autodisciplina será capaz de retarse a sí mismo con gran confianza, de marcarse objetivos importantes y de sentir una plena autoconfianza.

 

Los actos cotidianos de nuestros hijos son los espacios privilegiados de los que disponemos para observarlos, interactuar con ellos, descubrir sus potencialidades, sus dificultades, anhelos y retos. La hora del baño, ayudando a poner la mesa, de camino a casa, viendo la televisión... Cualquier momento del día es excelente para recordarnos que somos padres y que nuestra mayor tarea es amar a nuestro hijo ... Qué mejor manera de amarlo que ayudarlo a que se comprenda a sí mismo así como que se sienta seguro de sí mismo y sepa enfrentar nuevos retos con confianza y fuerza de voluntad??

 

Pero, atención papás y mamás!! Sólo una última reflexión. Recordad que el mejor modelo educativo es el ejemplo... Vuestro hijo observa atentamente todo lo que hacéis y decís: cómo andamos nosotros de gestión emocional y de autodisciplina?? ... Tal vez mejor empecemos por ahí.

 

 

   





viernes, 26 de febrero de 2016

Hævnen (En un mundo mejor)

Acabo de deleitarme con esta película sueco-danesa. Al no ser un experto en el séptimo arte no entraré en críticas ni valoraciones estéticas que dejo para los entendidos aunque debo reconocer que me ha gustado y mucho. Y no solamente por la actuación de la espectacular actriz danesa Trine Dyrholm sino especialmente por la trama orquestada sutilmente por un guion que  ahonda de lleno en la respuesta que como padres, educadores y personas damos a la violencia cotidiana que nos rodea.
Hay una escena en concreto que me ha tocado de lleno. El protagonista corre hacia los columpios del parque al ver que su hijo pequeño se pela con otro niño. Tras separarlos con calma les pregunta por qué motivo se están pegando y los niños explican que uno quería echar del parque al otro. Al instante aparece el padre del otro chico y empuja violentamente al protagonista mientras le conmina a no tocar nunca más a su hijo. De paso le suelta un par de bofetones -de los que duele ver de verdad, por lo humillante- y le provoca para que se revuelva. Anton observa la situación: su hijo pequeño asustado ante lo que le hacen a su padre y el mayor con rabia en la mirada, esperando un acto violento en respuesta que no se va a dar. Decide retroceder y salir del parque evitando un altercado mayor consciente de que su hijo mayor va a tacharle de miedoso y va a sentir una fuerte decepción aunque orgulloso por poner en práctica una de sus máximas éticas que pretende transmitir a sus hijos.

En el filme se dan diversas situaciones que cotidianamente querríamos resolver por la línea agresiva como bullying en la escuela o situaciones abusivas gratuitas. Sin embargo lo que se pone en relieve durante toda la cinta es precisamente el control de la respuesta ante el abuso: ¿caer en la tentación de revolverse violentamente o mantenerse firme y valiente sin caer en la respuesta al mismo nivel? En este sentido aparecen algunas escenas que invitan a la catarsis violenta por aquello de pensar en la justicia y ese dilema momentáneo nos lleva a lo más hondo de nuestra humanidad.

Todo ello me recordó a mis años de escuela. Concretamente en cuarto de EGB. Un niño de mi clase (pongamos que se llamaba Jaume) tenía atemorizados a todos los demás. Su modus operandi era a través de disponer de tres o cuatro fieles matones así como de un sinfín de aduladores temerosos de recibir golpes y humillaciones en la hora del patio. Yo estaba cansado de ver como a mis compañeros les robaban las canicas, les insultaban y pegaban injustamente, se reían de uno y otro y nadie hacia nada. Por suerte yo nunca fui víctima directa de sus fechorías hasta el día que decidí plantarles cara ante un injusto canje de canicas que rozaba el robo. Mi preciada canica metálica grande fue a parar a los bolsillos de Juan y no pude hacer nada por recuperarla. Durante un par de días insistí en lo injusto del canje ya que habían hecho trampas en el juego pero sólo encontré de respuesta risas y mofas. Cansado, a la hora del patio me dirigí al "cappo" Jaume indicando que su pequeño sicario me estaba tratando injustamente a lo que me respondieron todos con amenazas colectivas, mofas y humillaciones diversas. Aún recuerdo los bailes de Santiago alrededor de mi riéndose y dándome alguna sutil patada con sus horribles botas amarillas y Jaume riendo con aquella carcajada sádica que un niño de nueve años no debería de tener.
Las dos horas posteriores al recreo antes de la salida fueron algo terrible para mí. Sentía una rabia intensa y mi mirada estaba fija en Jaume a quién soñaba en agarrar y pegar sin compasión. Y sencillamente así fue. La algarabía de la salida de clase se truncó en el patio, justo enfrente de la puerta donde las familias recogían a los niños. Recuerdo bien que me dirigí a Jaume y le dije muy seriamente que se había terminado ser el "jefe". Cuando se mofó de mi le agarré por el cuello y tras tirarlo violentamente al suelo empecé a propinarle puñetazos en la cara, uno tras otro, sin soltarle el pescuezo, aunque los cuatro sicarios se abalanzaran sobre mí pegándome y arañándome. Yo no le solté. Ni cuando varios padres y madres (entre ellas la mía, que se asustó al encontrarme debajo de la montaña de niños que se ostiaban) nos intentaron separar. Yo seguía lanzando patadas y puñetazos sin compasión aun viendo la sangre en su nariz y un ojo hinchado muy feo.

Todo terminó unos días después con una mediación escolar y una pequeña charla. Pero, ¿saben lo mejor? La banda de Jaume se desmontó y nunca más él volvió a ser "el jefe" y alguno de sus pequeños matones con el tiempo se hizo amigo mío y a día de hoy Jaume y yo, aun viéndonos poquísimo, nos apreciamos. Curioso.

Esa historia de mi infancia siempre me provoca dudas. Estoy plenamente convencido que la violencia conlleva irremediablemente a más violencia ("Hævnen", el titulo original del filme significa venganza) así lo demuestra. Y la historia de la humanidad está llena de ejemplos. Como padre y educador no permito que la agresividad se responda del mismo modo.
Aún recuerdo en mis años de universidad un ejercicio de "Clarificación de valores" que el viejo profesor de educación moral nos propuso: encuentran a un viejo desvalido al borde de la muerte que resulta ser el responsable de grandes matanzas en campos de concentración nazis; ¿qué hacemos?, ¿lo llevamos a juicio y destrozamos la vida de su tranquila família que nada conoce o lo dejamos morir en paz? Dilemas morales que se entrelazan con ansias de venganza y en lo más hondo la violencia aunque creamos que es justa.

Estos dilemas aparecen en la vida cotidiana de nuestros pequeños y adolescentes. Ellos responden a menudo desde su cerebro reptiliano, desde su emoción básica. Y nosotros nos espantamos al observar la creciente violencia entre la población adolescente. Sin embargo no nos paramos a pensar del todo en sus motivos, quizás no tan cercanos a nuestra moralidad o tal vez sí aunque con un desfase temporal que no entendemos.


Sea como fuere los adultos nos preocupamos y a menudo nos sentimos impotentes ante situaciones de bullying y agresiones o humillaciones diversas que se dan cada dia en escuelas e institutos sin darnos cuenta que el detonador de todo a menudo no es más que el miedo. Miedo a sentirse rechazado, diferente, apartado, solo, incomprendido, injustamente tratado o vilipendiado. Y ese terror es capaz de crear monstruosidades. Capaz de generar maltrato y prepotencia. Brutalidad y perversión. De todo ello es capaz puesto es lo mismo que funciona en la sociedad adulta: el miedo al fracaso, la ley de la jungla, el poderoso siempre premiado aún a sabiendas de lo injusto de su poder. ¿Estamos los adultos sometidos?, ¿es la violencia juvenil una respuesta o un espejo?

domingo, 7 de febrero de 2016

+ Humans



L'altre  diumenge per la tarda vaig aprofitar per apropar-me al CCCB per a poder gaudir d'una exposició que ja feia díes que tenía al llistat  de coses a fer  de la meva agenda: "+ Humans. El futur de la nostra espècie". Vaig anar tot sol, sense ningú amb qui comentar, llegint i rellegint les informacions, delectant els videos amb atenció, reflexionant sobre tot el que apareixia i escoltant els comentaris dels meus companys visitants, acció aquesta, la d'escoltar als altres, que requereix d'entrenament i atenció.

L'exposició, perfectament equilibrada en quant a l'estètica, els continguts, la rigorisitat i el possibilisme em va deixar autènticament bocabadat. Presentar de manera tan magistral el futur de la humanitat a partir d'avenços tecnològics i hipótesis de futur de manera clara i sintètica em va donar molt de gust i em va fer pensar moltíssim en les possibilitats i amenaces amb les que haurem d'enfrontar-nos els propers anys.
Vaig gaudir i imaginar amb tecnologies esperançadores en el món de la salut i la sostenibilitat ambiental, les màquines generadores d'empatia, l'apropament inevitable de tots els èssers humans, l'allargament de l'esperança de vida i l'impacte en l'economia, la familia i les relacions humanes, la sexualitat del futur, la robótica domèstica, la gestió del temps i el pensament, la infantesa i l'educació. A banda de recomenar-vos amb molt d'èmfasi que hi aneu abans que marxi a un altre país també voldria compartir el profund impacte que vaig sentir un cop vaig sortir del CCCB i vaig anar lligant caps i rumiant. I és que sempre que parlem o pensem en el futur ho fem des de la hipòtesi, l'exageració o el radicalisme positiu o negatiu. I en aquest cas vaig veure tant clar que la tecnología actual ja permet la majoria de propostes de l'exposició que per una banda em vaig sentir desbordat i per altra ben motivat a enfrontar-me a  tot allò que vindrà esperançat que podem fer una millor societat.

A la primera part de l'exposició em vaig emprovar el "casc desaccelerador" i la "màquina avatar". El primer artilugi consistia en un casc que, un cop posat, mostrava un monitor intern amb una visió alentida del temps, amb imatges processades en un lapse més lent que obria una possibilitat a la reflexió en una societat tan accelerada i urgent com la  nostra. El segon consistía en una mena d'arnilla amb una càmera instalada al darrere amb un angular que permetia veure't en temps real i poder contemplar l'efecte de la teva pròpia vida en moviment en tercera persona difuminant la realitat de la realitat virtual.
Es tracta de dos exemples concrets dels moltíssims que em van colpir i em van fer replantejar el present i el futur en clau de persona, pare, parella, fill i professional de l'educació social. I és que cal saber que ens trobem en un moment històric autènticament excepcional; un cop passades les grans revolucions que van modificar la vida humana ens trobem tot just encetant la gran revolució tecnològica que, al igual que l'agrícola i l'industrial, ens duran en poques generacions cap a un mòn radicalment diferent on les concepcions avui més integrades hauran quedat obsoletes i oblidades.
La gran preocupació que totes les persones que treballem amb persones tenim rau en la possibilitat de pèrdua de valors, la dràstica reducció d'interaccions entre els individus, els profunds canvis a nivell de xarxa relacional propera substituïts poc a poc per l'aparell globalitzador i un nou veïnatge virtual o llunyà en l'espai, els nous aparells educatius i el tracte que faran dels sistemes emocionals, l'inmediatesa en tots els àmbits de la vida humana, les noves estructures familiars i l'impacte en la socialització, la nova organització laboral i l'impacte en les famílies -com estructura fonamental de la societat- i altres molts aspectes fascinants d'imaginar a la vegada que terrorífics pensats des del nostre pensament de 2016. 

Tot i passar-ho tot pel filtre de la por caldrà reconèixer també que les societats en transformació radical (com la nostra avui dia) acostumen a patir greus crisis que desemboquen en nous plantejaments i en una progressiva adaptació. És per això que com a persones i com a professsionals caldrà que les properes dècades estiguem absolutament alerta i conscients dels canvis. No podrem educar als nostres infants amb les mateixes metodologíes que coneixem avui dia i s'imposarà una formació permanent per part dels adults així com una consciència clara "d'aquí i ara" per a poder empatitzar i comprendre la gent jove en el seu moment històric. Qüestions com l'educació emocional i la innovació en l'ensenyament seran absolutament imprescindibles per a poder adaptar les persones a un mòn en ràpida transformació. Les emocions i els valors crec que seran la màxima prioritat en un entorn cada cop més tecnologitzat en que la realitat virtual, la robòtica i altres prendran cada cop més espai a la nostra humanitat. Per això mateix caldrà educar cada cop amb més força en allò que ens fa autènticament humans i que rau en el coneixement d'un mateix i les seves emocions així com en els valors humans compartits que cal preservar per a que ens puguin servir de far i guia per sempre.

Haurem també de ser conscients -especialment aquells que ens dediquem a treballar amb població més desfavorida- que les distàncies socials s'enxamplaran enormement entre aquelles persones amb més formació i les que no han pogut accedir favorint la creació de societats dualitzades que a la llarga poden dur a un mòn de primera i un altre de segona (bé, de fet ja és quelcom que tenim present avui dia…).

Com a educador i pedagog em comprometo des d'avui a lluitar i treballar al màxim per potenciar intensament  l'enfortiment de les capacitats, habilitats, emocions i valors que ens defineixen com a èssers humans… és la nostra única esperança i si ens en sortim podem pensar en unes generacions futures més justes, felices i equilibrades. Som-hi!!

domingo, 29 de noviembre de 2015

White saturday


Tras la inmensa acometida mediática del black Friday me siento algo aturdido. No he realizado ninguna compra pero he observado anonadado cómo miles de familias, adolescentes y niños han puesto sus ilusiones en estos días con la esperanza de poder llevarse a casa gangas variopintas a precio de saldo (supuestamente). Y es que cuando una sociedad pone en juego sus ilusiones alineadas con el deseo de tener y poseer objetos algo nos está alejando de nuestra humanidad.
Sin sentirme cualificado para dar lecciones de ética o moral sólo me erijo en observador y atiendo a una realidad cada vez más enquistada: muchas familias encuentran el éxito y la felicidad en el hecho de "tener", "disponer" de artículos variopintos ya sea la última ropa de marca para el nene de P4, el altavoz espectacular para el iphone, las botas de montaña con tecnología para subir al Everest (aunque nuestra meta pase sólo por una subida a Collserola al año), el recibidor de diseño, el porta documentos envidia de toda la oficina, el traje estratosférico a mitad de precio, las cortinas de "breaking bad" o los Levi's lavados a la piedra pómez.

Esta última semana me he sentido agredido por la publicidad. Todo el mundo hablando del "black Friday". Adolescentes soñando con la sudadera soñada de doscientos euros a mitad de precio. Papás y mamás haciendo incursiones en la web para cazar la mejor ganga. Tios y abuelos a la espera de unas rebajas sonadas en el Corte Inglés. "Compre y disfrute". "Financiamos los que sea". Acumular para ser felices; tener para mostrar a los demás (aunque sea bajo la excusa que esta marca "dura diez años" por aquello de la calidad…), poseer como signo de estatus (aunque los últimos años la clase media haya rebajado sus pretensiones y compre artículos de los denominados "no snobs" para no parecer lo que comúnmente llamamos "un fantasma"… está mal visto). Sin embargo, la industria siempre va unos pasos por delante y sabe perfectamente cual es su nicho de ventas, su cliente potencial.

Y nuestros hijos están empapados de esta furia consumista. No pueden escapar por que nuestra sociedad se basa en el consumo desaforado, en la necesidad construida desde fuera. No pueden huir por que nosotros tampoco lo hacemos. Aunque después, los papás y mamás más "progres" les hablamos de reciclaje, de las familias que casi no pueden alimentarse, de aquello de comprar sólo "lo que necesitamos y no más", de que "tener no nos hace más felices" y argumentos parecidos. Sin embargo ellos van al cole y observan a sus amigos con las zapatillas último modelo, la sudadera surfista de moda o la mochila más "in" … y lo quieren; pretenden esos objetos por que la sociedad les ha enseñado que son más estéticos que otros, que su estatus va a ser distinto y que van a sentirse envidiados… y quieren sentirse así, adoran que los demás los miren y envidien, que piensen "qué suerte tiene este", "  cómo me gustaría ser como él" y parecidos…. Y es ahí como donde educador y pedagogo me alarmo y como persona me escandalizo. Y conste que no digo una barbaridad… o ¿sí?...

Por todo ello propongo un "white Saturday" dónde las familias podamos poner en valor lo que de verdad queremos poseer. ¿Y qué queremos?; ¿qué deseamos más para nuestros hijos?, ¿Qué se sientan envidiados o empoderados en el cole por llevar unas Munich "special"?, ¿Que se sientan orgullosos de sus padres por poder comprarles lo que desean (aunque algunos menores de 10 años ni lo sepan aún…)?, ¿Qué empiecen a hacer distinciones entre personas por el hecho de poseer objetos o por su origen social?... ¿seguro que deseamos esto?... ¿creemos -cómo nos inculcan sutilmente los medios- que los pequeños empiezan a triunfar en la vida a partir de todo esto?... Y nosotros, ¿nos sentimos más aliviados si nuestro pequeño de cuatro años calza unas "Timberland"?, ¿le hace este hecho más humano o más capaz?.... Todos diremos un NO rotundo… pero el inconsciente, magullado, nos traiciona.

Por todo ello propongo un "white Saturday". Un día especial dónde se ponga en valor lo que de verdad cuenta: la felicidad de los niños, la humanidad, el valor de las pequeñas cosas cotidianas, el placer del juego, de la risa, la sonrisa, el resplandor de la mañana de sábado, la pereza de levantarse, el beso de buenas noches, el cuento antes de dormir, la canción que hace saltar, las cosquillas, la peli en familia, las palomitas en el sofá, la odiada espinaca y el querido "nugget", la dentadura del abuelo en el baño, el globo que huye, el porrazo en el parque, la celebración por la ecuación resuelta, la señora del mercado, el sabor de la fruta, las nuevas canas del papá, el conflicto resuelto, el amigo de siempre, el placer de un baño, el gol fallado y la suplencia sufrida, el lloro desconsolado y el abrazo incondicional. Y es que los papás y mamás somos incondicionales de nuestros hijos se mire por donde se mire… pero haríamos bien en serlo también el sábado, no sólo el viernes. 

sábado, 14 de noviembre de 2015

Llibertat? igualtat? fraternitat?


Acabem de llevar-nos aquest fatídic dissabte amb l'horror de la nit parisina, amb la ferum de la sang vessada barrejada amb restes de beguda i sopars de caprici a la capital de la llum. 
Veient el volum de la massacre és comprensible una resposta social de rebuig i ràbia, de dolor inexplicable vinculat a una violència mental extrema que fins i tot en els més reposats i reflexius provoca petits moments catàrtics imaginaris de venjança absoluta contra els assassins. 
La quantitat de persones mortes és insignificant si la comparem, posem, amb qualsevol dia normal a certes zones de Síria o d'altres zones del món en determinats moments però la proximitat geogràfica i cultural de París ens provoca una identificació immediata que ens posiciona com a víctimes d'un fet intolerable.
Fa tremolar la fredor extrema dels assassins. Com en una mena de videojoc fatídic, com si la gent que anava morint no fos real, els sonats que disparaven metralladora en mà tenien temps per a recarregar les seves armes tranquil·lament enmig del infern que havien creat i tornar a començar dirigint les seves bales sobre persones innocents. Difícilment imaginable. Colpidor.
Unes 140 víctimes confirmades i altres que aniran traspassant els propers dies serà el balanç final al crit de "Allah és gran". 
I ara què? Doncs la tònica habitual: els governs europeus demonitzaran obertament algunes zones estratègiques per tal de bombardejar sàdicament (ara sí, amb el suport de la població) per intentar apropiar-se de recursos naturals i d'altra mena que seran gestionats, expoliats, venuts i revenuts pels monopolis que controlen els governs i el present del món. I així funciona. Els amos del món necessiten que la població doni suport a la guerra i la violència en nom de la seguretat i la justícia provocant paradoxalment la major de les injustícies.

I és que vivim en una realitat de paradoxes i contrasentits.
Avui, lluny de centrar-me en el que escolto per la ràdio: "xoc de civilitzacions", "no podem posar a tots els musulmans al mateix sac", "tots som parisins", "s'activa el nivell cinc d'alarma terrorista" i d'altres bejenades, tòpics i ridícules anàlisi; jo duc el meu pensament cap als joves assassins i les seves motivacions reals.
Potser els propers dies els mitjans començaran a desvetllar l'origen dels sicaris i segurament restarem sorpresos al veure que es tracta de persones molt joves i de ben segur, la majoria nascuts a França d'orígens nord-africans. I si és així -com jo aventuro- aviam quin mitjà de comunicació es mostra valent i reflexiona sobre la realitat dels milions de persones d'origen estranger (però francesos) que viuen o malviuen a França. M'agradarà veure si algun diari o televisió explica com milers de joves francesos resten exclosos sistemàticament de la societat formant part de terribles ghettos en ciutats, barris i pobles amb elevats índex de pobresa, atur i delinqüència on el sistema de protecció i serveis socials estén els seus braços tímidament sense el suport d'una decidida política de promoció social que mai no ha existit. M'agradarà copsar si els poders francesos són capaços de reconèixer que darrere les seves criminals accions colonials van haver d'acceptar de mala gana que els nous "nacionals" visquessin a Europa i formessin les seves llars, famílies i societats segregades, sense suport real i sempre sota sospita. El resultat de tot això el tenim clar: milions de francesos i franceses de segona que tendeixen a ajuntar-se en allò que els dona identitat. La religió, la cultura, el lloc d'origen, la ràbia adolescent. Qualsevol d'aquests aspectes dota de sentit la vida en comunitat d'una part de la població que se sent assenyalada i ha viscut els darrers seixanta anys, generació rere generació, sota el paraigua fictici d'allò que és francés qualsevol que accepta els preceptes clàssics de la república. El problema, però, és que les comunitats segregades subtilment acaben per no creure's allò de la llibertat, igualtat i fraternitat. No són lliures per que no poden sortir de la seva classe social, no són iguals per què sempre seran jutjats pel seu lloc d'origen i la seva condició social  i la fraternitat sols la troben en les seves comunitats, fet darrer que agreuja el seu sentit anti-sistema i la seva exclusió de sentir-se francesos de "soca-rel".

Els joves més manipulables per les xarxes de captació d'assassins són aquells que viuen en aquestes condicions. Com en tot, quan algú està cercant la seva identitat i apareix un missatge molt potent, radical i proper culturalment que entronca amb la seva ràbia vital i el sentiment d'abandó social, es tendeix a adoptar-lo per així poder sentir-se part d'un grup de poder, per donar sentit a unes vides properes a la marginalitat i buides. És ben fàcil.

En els meus anys de treball al barri del Raval, a Barcelona, vaig poder entendre com joves marroquins que havien viscut en condicions miserables al carrer passaven del consum permanent de dissolvents i de robatoris diaris en una vida sense sentit a ser de sobte abanderats de la religió sota la direcció de la mesquita refusant qualsevol idea "occidentalitzant".
D'altres experiències amb adolescents i joves en condicions similars em duu a pensar que hi ha determinades organitzacions polítiques, criminals, religioses o terroristes que saben molt bé com i on cercar les persones més vulnerables per a donar-los un sentit a la seva existència. Així doncs, bandes llatines, determinats moviments religiosos importats d'Amèrica, altres aparells religiosos radicals, sectes i d'altres capten als adolescents i joves més perduts i vulnerables per a engrossir les seves files amb persones que acabaran erigint-se en veritables fanàtics de la causa, en una comunitat tancada que els tractarà de "germans" i suplirà l'amor i suport de la família, en un espai on es podran sentir orgullosos i trobaran grans motius per viure o morir.

Algú té dubtes que la reacció dels poders aquesta propera setmana passarà per mesures de seguretat extremes?
Algú te dubtes que el que viurem pels carrers els propers dies serà un increment de la desconfiança vers qualsevol tipus de població que puguem relacionar llunyanament amb l'islamisme?

Jo no en dubto. Com tampoc no dubto que cap estament polític mourà un dit per a augmentar els recursos per a treballar en la inclusió d'aquest perfil de joves o per a posar noves mesures per a que aquestes famílies redueixin la seva vulnerabilitat social. I cap poder polític no ho farà -tot i que alguns ho intentin o tinguin clar què cal fer- per què els veritables poders no ho permetran ja que aquest joc els va perfecte: tenir l'enemic a casa crea por i aquesta és indispensable per a justificar més violència cap a d'altres, per a garantir més injustícia i aprimar encara més la democràcia i finalment per a tenir a la societat dividida, autèntic precepte indispensable per a continuar manipulant-nos com vulguin. 

martes, 10 de noviembre de 2015

Aprender a fluir




Durante un entrañable fin de semana en casa de mis amigos Ferran y Carol asistimos con mi hijo Oriol de tres años a una feria navideña infantil que se había instalado en el pueblo. En ella encontramos varios hinchables gigantes, talleres de manualidades, maquillage y también una  pista infantil para bicicletas y patinetes organizada a modo de circuito. Mi hijo Oriol, como buen loco por todo aquello que tenga ruedas se agarró una bicicleta y más tarde un patinete y ya no los soltó en toda la tarde. A mí no me quedó más remedio que quedarme en pie esperando observando el ir y venir incesannte del niño mostrándole ánimos tras alguna de sus aparatosas caídas. El niño daba vueltas y más vueltas por el circuito, aprendiéndose de memoria las diversas curvas, controlando mejor a cada paso por meta los derrapes con la rueda de atrás en el suelo encerado, aumentando paulatinamente su velocidad con el paso de los minutos, esquivando cada vez con mayor habilidad a los demás niños, proponiéndose atrapar a los chavales mayores que le llevaban ventaja y disfrutando al observar que efectivamente les reducía la distancia a cada vuelta. Concentrado. Feliz. Para él no había nada más en ese instante que el puro disfrute del momento, el goce increíble de marcarse pequeños retos y de mejorar sus movimientos, cada vez con mayor destreza y tino, en cada curva con una nueva expectativa de pedalear más rápido y de derrapar mejor, disfrutando.
Perdí la noción del tiempo mirando a mi hijo y captando ese estado de ánimo concentrado y feliz. Sus ojos resplandecían de felicidad cuando adelantaba a otro niño y su expresión denotaba seguridad, temple y absoluta concentración. Fue entonces cuando recordé la antigua lectura de un libro muy importante en mi vida: "Fluir (Flow). Una psicologia de la felicidad" de  Mihaly Csikszentmihalyi . Y pensé en ese autor puesto que su tesis principal sobre la búsqueda de la felicidad tenía que ver precisamente con ese estado de ánimo: fluir.
Fluir; hoy tal vez una palabra bastante en boga aunque desconocida en la época en que el autor escribió su obra. La felicidad como un estado subjetivo, cómo no, aunque ligado a una actividad humana concreta, a algo en lo que disfrutamos ya sea por puro placer cómo por reto personal.
En su libro aparecen ejemplos de personas de todas las culturas y edades. Ellas se mostraban felices a partir de actividades cotidianas que se convirtieron en eje central de sus vidas: la viejita que cortaba leña en un pueblo perdido de los Alpes y que vivía sumida en lo que a nuestros ojos podría parecer la pobreza, el joven nadador que sacrificaba su adolescencia por rebajar cada mes unas centésimas en su marca, el padre de família que ayudaba a hacer los deberes a su hija a diario, el quiosquero que comentaba las notícias cada mañana con sus vecinos... Cada persona dispone de sus objetivos diarios, de sus retos personales, de sus ambiciones cotidianas como quiere y en ellas puede encontrarse y sentirse plena, dichosa, concentrada. Feliz.
Casi todo el mundo denosta el trabajo; pero quién no ha sentido alguna vez en su vida un goce intenso al sentirse realizado con su tarea, plenamente concentrado en algún proyecto o idea, desarrollando una pequeña innovación, cumpliendo mejor su cometido o concentrándose absolutamente en algo?  Y sin hablar del trabajo, quién no se ha sentido feliz absorbiéndose en su hobby, en algún deporte o símplemente mejorando en labores domésticas? Y es que hay dos conceptos que están muy próximos a "fluir": la concentración y el reto personal. Ambos funcionan a la par y cuando fluímos somos capaces de olvidar todas nuestras preocupaciones para centrarnos en una única tarea que nos absorbe y que nos plantea la mejora contínua, el reto de perfeccionar cada movimiento, de ir más rápido, de llegar más lejos, de hacerlo mejor o de sentir con mayor intensidad.
Los niños son especialmente sensibles a estos estados. Sólo debemos observar a pequeños de tres o cuatro años para apreciar como se esfuerzan en mejorar el trazo del dibujo, en perfeccionar su equilibrio en el patinete, su velocidad en ejecutar tareas diversas. Los adultos a menudo no somos conscientes del intenso placer que sienten nuestros hijos con estos esfuerzos. Los pequeños retos inconscientes que ellos se marcan así como el intenso estado de concentración en el que entran los hacen entrar en un plano distinto en el que no existe nada más que la actividad que realizan en ese momento. Recuerden por unos instantes la determinación innata de los bebés aprendiendo a dar sus primeros pasos, inmunes a las caídas y al desánimo, felices por andar unos centímetros más lejos cada vez.
La cultura y la educación recibida han castrado a los adultos impidiendo la continuidad de esas sensaciones infantiles. Nosotros nos movemos en otro plano, más atentos "al qué dirán", incapaces de aislarnos con nosotros mismos centrándonos en una sóla tarea mental, frustrados permanentemente por no sentir durante todo el tiempo esa sensación de felicidad que tanto ansiamos, aquejados a diario por millones de motivos de preocupación y miedo, atascados en egoísmos y envidias con nuestros allegados, temerosos del futuro y invidentes ante el presente.
Esta gran capacidad perdida la mantienen pocos adultos ajenos a la idea que en ello reside la felicidad, ese estado subjetivo que los amos del mundo pretenden vendernos por la vía consumista.

Como padre y educador reivindico el esfuerzo que debemos hacer para observar a los niños re-aprendiendo de ellos por un lado y animándolos por otro para retrasar la inevitable castración que la cultura dominante va a ejercer sobre ellos con el tiempo.
Hoy mismo estuve observando a mi hijo, ya con cuatro años, en el parque infantil: recorrió como veinte veces seguidas el mismo recorrido de obstáculos, saltando por entre la cuerdas, trepando por las maderas y resbalando por el poste de hierro; cada vez lo hacía con mayor desempeño hasta llegar a dominar perfectamente todo el castillo infantil sintiéndose más rápido, ágil y pleno. El golpe en la cabeza al caerse desde el poste no le hizo cesar en su empeño, animado por mí restando importancia al dolor del accidente y poco a poco consiguió subir hasta el límite de la construcción infantil, lugar al que nunca antes había llegado. Una vez encaramado arriba me miró con rostro de satisfacción y me mostró el pulgar hacia arriba describiendo su satisfacción personal y su estado de ánimo pleno. Estos instantes de mi paternidad resultan ser gigantes, extremos y dichosos. Comprobar que tu hijo disfruta con un esfuerzo y consigue su humilde objetivo se convierte en un ejemplo básico de lo que debe ser su proceso educativo: un reto permanente, la búsqueda del placer en el esfuerzo cotidiano, el inconformismo desde una visión subjetiva, la mejora basada en la atención plena en una actividad.
Hoy mismo me he propuesto releer al autor de "Fluir" (qué complicación escribir su apellido) para recordar que la paternidad y la educación deben basarse en el placer de aprender centrados en la adquisición de las habilidades de concentración y en la idea del reto cotidiano. Dicho de otro modo: animamos a nuestros hijos en sus quehaceres cotidianos por muy inservibles que nos parezcan a nosotros?; permitimos que se tomen el tiempo necesario para concentrarse en una sola tarea durante mucho tiempo en una era en la que la multiplicidad de estímulos no nos permite a los adultos sentir el " aquí y ahora" por más que unos minutos? Les confieso ahora que escribiendo estas líneas, a medianoche, en silencio y ante una cerveza negra he estado fluyendo como hacía tiempo que no lo hacía.

jueves, 8 de octubre de 2015

Carta a un futuro educador social


Toni me repite continuamente que quiere estudiar para ser educador. Él tiene 19 años, un pasado familiar complejo, tres años de adolescencia vividos en el centro de menores que dirijo, buena voluntad, valores importantes y un espíritu resiliente encomiable. No tengo dudas que este chico llegará donde se proponga. Ninguna duda. Pese a las dificultades existen personas que amparadas en su fuerza de voluntad, en sus valores y en una energía positiva sonsacada de no se sabe dónde consiguen sus objetivos. Y él quiere ser educador social. Quiere trabajar en esta complicada profesión después de haber sufrido y disfrutado de las diversas intervenciones que unos cuantos profesionales hicieron con él, después de vincularse a personas que en un momento difícil de su vida supieron rescatar lo mejor de él, después de sentirse agradecido por el apoyo que recibió. Sinceramente, no sabe dónde se mete.

Un servidor empezó su carrera como educador en un lejano año olímpico. La primera horneada de educadores sociales que empezamos en la universidad en un lejano 92 con toda la ilusión del mundo, rebeldes algunos, emocionados los más. Con 20 años de profesión a mis espaldas entiendo ahora en toda su inmensidad la categoría de nuestra labor. He pasado por centros de menores, por proyectos comunitarios, por centros abiertos, por acciones de participación infantil y juvenil, por apoyo a familias, menores migrados en solitario. He trabajado de educador en la calle y en instituciones. He coordinado y dirigido equipos. He formado educadores y educadoras tanto en la universidad como en el tajo. Y de todo ello me quedo hoy con que todavía sé muy poco de mi profesión. Poco. Poquísimo. Tan poco que cada día aprendo cosas nuevas de mí mismo, de los chicos de los que tengo la guarda legal, de mis jefes y especialmente de los educadores que colaboran conmigo. Un continuo aprendizaje que me produce dolor (cuando debo reconocer mis errores o señalar actitudes incompetentes o poco comprometidas) y placer (cuando integro nuevos puntos de vista o compruebo logros de las personas).

Por ello, cuando Toni me dice que quiere ser educador siento un inmenso placer por integrar a un futuro profesional que será muy competente a la vez que una leve angustia por no saber explicarle con palabras claras dónde se está metiendo. ¿ Dónde se quiere adentrar? A él le hace ilusión, lógicamente, trabajar de educador en un centro de menores. Él ha pasado parte de su vida ahí y sabe que puede aportar mucho, muchísimo. Yo también lo creo. Lo sé. ¿Quién mejor que un ex residente en un centro de menores para entender lo que sienten los chicos y chicas que están ahí?, ¿quién mejor para entender sus angustias, miedos y rebotes? Pero aun así, alguien debe de explicarle algún día en qué consiste realmente este trabajo. Yo no le puedo dar más que mi visión individual pero me veo en el deber de regalársela para que realmente esté seguro de su elección.

Querido Toni:

Tú sabes por experiencia propia que hay diversos tipos de educadores. Seguramente tantos como tipos de personas. No soy quién para enumerar aquí las diversas etiquetas y roles que llevan y juegan los muchos educadores y educadoras sociales que existen, especialmente en los centros de menores. Pero sí que te puedo explicar lo mucho que ponemos en juego.

El educador/a excelente viene cada día al trabajo con la máxima energía, está centrado absolutamente en la necesidades de los chicos y chicas que atiende, observándolos, compartiendo con ellos sus alegrías tristezas y desvaríos. Comprende el complejo cerebro adolescente sin juzgar todas las acciones. Está centrado en acompañar al chico o chica del que es tutor atendiendo a sus necesidades vitales, flexible con las normativas del centro, duro cuando debe serlo, cariñoso cuando se precisa, afable en las contrariedades, chistoso en los buenos momentos, inflexible ante las tomaduras de pelo, entrañable en momentos cálidos y cabroncete cuando se tercia. Pero con todo, el educador/a excelente anda al lado de cada chico o chica, consciente que no está" reconstruyendo" nada sino simplemente acompañando, sintiendo y animando a la vez que llamando la atención y señalando oportunidades y nuevos caminos que cada adolescente debe aventurarse a explorar.
Ese educador/a excelente no anda centrado únicamente en hacer cumplir las normas (de ello ya se encarga la policía en exclusiva) ni en obligar a andar el camino que él cree correcto desde su experiencia. Al contrario, entiende que cada persona es un mundo y se centra en que cada chico/a se conozca mejor a sí mismo y se sienta capaz de mejorar y transformarse.  Intenta que cada joven observe el presente y el futuro como un espacio lleno de posibilidades, consciente de los peligros y apoyado en sus puntos fuertes. Ese educador/a insufla fuerza, energía, esperanza. Cree en el adolescente y no se da por vencido. Sostiene al chico/a cuando este pierde la esperanza, le frena cuando se dispara, le abraza cuando se hunde y le abronca cuando se desmadra. Se hace respetar amparado en su fuerza y energía personal y no en la normativa en la que algunos profesionales intentan justificarse y disimular su incompetencia o su escasa energía vital.
El educador/a excelente no compara a los jóvenes ni crea estereotipos. Desenmascara conflictos internos sutilmente a la vez que presenta oportunidades y puntos de apoyo. No se pone las medallas sino que las pone él al adolescente y a la familia, si cabe.
No hablamos sólo de un profesional sino más bien de una persona comprometida con el prójimo, abierta a las emociones, centrada, resolutiva, enérgica y entrañable.

Pareciera que hablo de superhombres y super mujeres. Pero no nos podemos conformar con menos.
Y sí, Toni, olvídate de sueldos jugosos. Admite que parte de tu salario va a venir de tu satisfacción personal y de lo mucho que te plantees disfrutar en el trabajo. Triste, sí, que las labores básicas de esta sociedad sean vistas como poco menos que periféricas y prescindibles. Pero esta idea no debe desanimarnos puesto que nosotros sabemos que estamos aportando valor social clave .
Sin embargo te encontrarás con compañeros y compañeras desanimados, negativos, tristes o ambivalentes, resabiados y incompetentes. Pues claro; como en toda profesión hay personas que no debieran haberse dedicado a eso. Y lo afirmo categóricamente. Existen educadores que serían excelentes guardias urbanos, maestros, carpinteros, ingenieros, economistas, payasos, políticos o periodistas… pero como educadores que deben acompañar a jóvenes en riesgo son unos auténticos patanes. Lo siento. Es así. Si alguien me lee y se siente reconocido le aconsejo que se replantee su vida profesional puesto que su mala praxis está haciendo daño (y mucho) a personas adolescentes.

Si quieres dedicarte a acompañar jóvenes y adolescentes deberás ante todo conocerte a ti mismo, tus fortalezas y debilidades, tus limitaciones y potencialidades para saber en todo momento dónde y cómo estás. Un educador que no se conoce a sí mismo y que no es capaz de plantearse retos personales y crecer no será capaz de hacer crecer a sus chicos y chicas. Y es que hablamos de educación, claro, pero siempre vinculada al crecimiento personal, al convencimiento de ser capaces de todo, de aceptar la realidad para mejorar desde ella, del esfuerzo por conseguir objetivos, de resiliencia para superar las dificultades y de la búsqueda de la felicidad. Si!, de la felicidad! Te extraña? Pues no debería ... Acaso no es ese el reto de cada ser humano?: vivir feliz y en harmonía en su comunidad?

Te escribiría muchas más ideas pero todas se pueden resumir en un dicho de las abuelas, siempre a la vanguardia de la educación con sentido común: "se educa más con el ejemplo que con las palabras". Pues eso.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Maldita foto de Aylan


Nuestra sociedad funciona así. Una maldita imagen insoportable colapsa todos los medios occidentales y de repente una lógica ola de indignación a la vez que solidaridad sacude a la ciudadanía mundial. De repente, los gobiernos occidentales se ven obligados a seguir las demandas de sus votantes y timidamente empiezan a proponer medidas humanitarias de auxilio para ayudar a los refugiados que escapan aterrorizados del conflicto armado obviando lógicamente que gran parte de esos mismos gobiernos son culpables sino incitadores y financiadores directos de este tipo de conflictos: lógicas y incoherencias de este mundo dominado por la codicia estructural que consiguen convencernos que las grandes soluciones pasan por el auxilio a los necesitados más que por un gobierno mundial que vele por el bien de la humanidad.

La maldita foto del pequeño ha colapsado los medios esta semana. Debo reconocer que para un padre de un niño de cuatro años como yo, observar esa imagen de Aylan Kurdi, se antoja un hecho insoportable. Y realmente así es. No he conseguido aún mirar con atención la foto por más que unos pocos segundos y debo reconocer que el llanto se apodera de mí cuando mi mente obscena recrea la maldita imagen en la playa. Se trata de algo cruel, desgarrador. Una vida arrancada que me conmociona en todos los sentidos, por lo próximo, por lo humano que resulta el hecho de querer huir de un lugar sitiado por la metralla, la muerte y la sinrazón.

No es mi intención ahondar en la herida que todos hemos sentido esta semana aunque siento un leve respiro por ver que los políticos escuchan de vez en cuando (ni que sea con ánimo electoralista) el clamor de la ciudadanía. Sinceramente no confío en que se tomen medidas de humanidad absoluta. Más bien creo que se aprobarán presupuestos y proyectos inmediatos para que las grandes masas sigan creyendo en la bondad del sistema y poco más… no nos engañemos. Los mismos que propondrán medidas de apoyo seguirán vendiendo armas a partes del conflicto y tomando parte de acuerdos geoestratégicos con otras naciones, corporaciones y demás. Así funciona nuestro mundo. Nuestra especie está dominada por la codicia y la última gran revolución deberá basarse en el bien común… aunque en términos evolutivos podemos estar aún en etapas muy iniciales.

Mi gran duda estos últimos días como padre y como educador radica en qué decir a nuestros niños y jóvenes al respecto. Estoy seguro que en muchos hogares se habrá tratado el tema del niño con horror; se habrá comentado, algunos niños y adolescentes se habrán sentido conmovidos, otros tal vez no, algunos padres habrán mostrado su indignación para con el mundo, otros habrán apagado los televisores para proteger inútilmente a sus vástagos de la barbarie humana… sea como fuere, cuando los medios nos dirigen hacia una noticia resulta imposible escapar de ella. Pero yo sigo preguntándome: ¿cómo tratamos estos temas con nuestros hijos?, ¿tomamos partido moral o políticamente?, ¿logramos hacer que empaticen con la situación de semejantes suyos en otros contextos?, ¿los alienamos y prohibimos el acceso a la información por miedo?, ¿mostramos nuestros temores y recelos sobre el mundo en que vivimos?, ¿logramos hacerles ver que la vida y la humanidad es tan maravillosa como terrorífica?.

Pensemos en cómo un niño o adolescente de nuestra sociedad encaja las imágenes de Aylan en su estructura de pensamiento; pero pensémoslo desde dos prismas básicos: el contexto de educación moral en que ha crecido (el sistema de valores familiares y su aplicación) y la educación emocional que ha recibido.  Si el primer aspecto rige la capacidad de sentido crítico, justicia y criterios de humanidad, el segundo se centra en los sentimientos y el grado de empatía. Ambos se relacionan y retroalimentan lógicamente permitiendo la expresión de ideas, sentimientos y emociones dentro de una propia escala de valores. Y ahora, la pregunta: ¿somos siempre conscientes padres y educadores que nuestro ejemplo cotidiano repercute en todo ello?

Dicho esto propongo no esconder a nuestros niños (no me refiero a los más pequeños, claro) la maldita imagen siempre y cuando podamos tratar el tema en familia y mostrar nuestros valores más firmes sin esconder nuestras emociones más básicas. Resulta que a menudo los adultos nos convertimos en grandes expertos en edulcorarles la realidad sin tener en cuenta que los más jóvenes ya forman parte de esta comunidad tan maravillosa como violenta llamada mundo, sin recordar tampoco que nunca el valor de la justicia estuvo tan inmensamente claro como en nuestra infancia. Y si nunca jamás seremos tan justos como los niños tal vez debemos reaprender de ellos o valorar mejor sus "sencillas" propuestas. 

lunes, 27 de julio de 2015

Transpirenaicos


Desde los albores de la humanidad la literatura nos regala hermosas historias de aventuras y viajes. Exploradores que descubren nuevos lugares, culturas y paisajes. Soñadores que disfrutan del viaje más que de la meta. Caminantes que se descubren a sí mismos y a sus compañeros superando las vicisitudes del trayecto. Viajes con o sin rumbo concreto pero siempre de autodescubrimiento, de intensidad interior, de transformación.
Estos últimos cuatro dias junto a seis adolescentes del Crae que dirijo nos unimos a las jornadas finales de la Transpirenaica Social y Solidaria compartiendo camino desde Vilamaniscle hasta los metros finales del Gr11 en Cap de Creus. La emoción de los valientes que llegaron allí tras andar durante cuarenta y dos jornadas desde las aguas cantábricas de Hondarribia sólo era comparable al tremendo esfuerzo individual y conjunto para lograrlo.

Estos cuatro días de camino han sido tremendamente especiales para todos aunque yo me dediqué lógicamente a observar con mucha atención la actitud de mis chicos: adolescentes poco puestos en estas lides, protestones ante la mínima dificultad y con espíritu individualista en mayor o menor grado.
Sin duda este tipo de aventuras modifican la percepción de uno mismo y la del grupo y efectivamente así ocurrió con todos los chicos.

Es obvio que la convivencia a través del inmenso calor de julio, la escasez de agua, el polvo del camino, el dolor de las ampollas, las noches sin cama y la fatiga generalizada cristaliza en la creación de vínculos acelerados con las personas.
Los diálogos informales, las bromas, el compartir bebida y comida, las reflexiones espontáneas, la abertura al desconocido, los problemas a resolver, los errores y discusiones, la empatía para el o la que no puede con el peso de la mochila a media subida. Todo ello conforma una suerte de contexto favorable al crecimiento personal y al conocimiento del otro. A decir verdad la percepción del tiempo se distorsiona de tal manera que cuatro días de camino conjunto parecieran como mínimo una semana.

Observé, como decía, a mis chicos y pude ver en cada uno de ellos nuevas facetas que desconocía; uno de ellos consiguió a golpe de riñón en las subidas hacia Cap de Creus creer en él mismo más de lo que lo había hecho nunca, otro se sintió tan integrado que dedicó ayuda y cuidado para los más débiles abandonando transitoriamente su comportamiento de macarrilla de barrio, una chica me aseguró en los momentos más duros que estaba disfrutando retándose a si misma, otro chico mostró su sensibilidad en público-algo tan complicado para un joven residente en un centro de menores- una noche de reunión, otra adolescente  descubrió lo interesante que podía ser relacionarse positivamente con personas muy diferentes. Todos ellos disfrutaron y sufrieron del camino igual que yo, juntos, compartiendo espacio y tiempo intensamente.

Como profesional de la educación social valoro inmensamente proyectos y actividades de este calibre puesto que entroncan justo en aquello tan en boga últimamente: el crecimiento personal. A eso nos dedicamos los trabajadores de este ámbito con mayor o menor fortuna. Formados, eso sí, en doctrinas educativas algo trasnochadas y enjaulados en un sistema laboral y de recursos enlatados que no nos dan mucho margen a la improvisación y la innovación. Pero cuando nos salimos del cotidiano y nos movemos en otros parámetros descubrimos, perplejos, las inmensas posibilidades de nuestra profesión. Y es que para poder acompañar a jóvenes y adolescentes con infancias truncadas hace falta mucha vida.

Una de las noches, en un privilegiado jardín del albergue de Llançà a la luz de los fanales se contaron historias, se cantó y rió. Ignasi de Juan, alma y líder del proyecto, como de costumbre improvisó una ronda de parlamentos para finalizar el día y fue justamente  ahí donde llegó mi momento. Y no, no fueron mis reflexiones del día sino las de Henry, un joven gambiano, las que me tocaron y resonaron como un tambor en el alma. El fornido africano dijo que durante todo el camino se había sentido vivo! En ese instante me sentí conmovido y me permití sentirme feliz por él y por mí: vivo, satisfecho como educador y feliz en toda mi persona. Es la magia del camino.  


lunes, 25 de mayo de 2015

Director de centre...

El meu fill em demana més cereals. Avui s'ha llevat amb gana.
Amb el temps just per a fer una dutxa rapideta m'adono que avui tinc una reunió a dos quarts de deu i m'hauré d'afanyar després de deixar el nen a escola.
El camí a escola és curt però la pendent del carrer fa que es tracti d'un petit suplici matinal plè de retrets normals per un nen de quatre anys: "estic cansat, tinc soneta, em fa mal aquí..."

9:30
M'esperen a la seu de la Direcció general d'atenció a la infància i adolescència una família que acaba de denunciar el centre de menors del qual en sòc director des de fa nou anys, la psicòloga del Eaia que duu el cas del seu fill i una angoixa que em pertorba l'ànim des de fa uns díes.
La conversa gira entorn dels fets que el nen ha denunciat i que no són altres que suposats maltractaments d'altres nois del centre cap a ell. De ben segur que el noi haurà patit dins del centre alguna situació amenaçant o agressiva per part d'algun dels nois més grans i els educadors no s'han adonat. Sovint als centres de menors coincideixen perfils molt diferents i es barregen nois i noies amb infanteses molt malmeses que desemboquen en conductes de risc extrem, agresivitat o dificultats emocionals diverses. El cas del nen denunciant és el d'un noi que ha ingressat al Crae els darrers mesos provinent d'un entorn familiar força incoherent que combinava la permisivitat amb l'agresivitat formant un aparell educatiu familiar que ha propiciat que la salut mental del noi es vegi afectada conduint-lo a conductes i actituts violentes entre d'altres.
Li explico al pare que des del centre estem investigant amb els altres nois el que va passar a la sala de la televisió el día dels fets denunciats tot i saber que de ben segur es va tractar de comentaris amenaçadors de tercers que el seu fill fa servir com a arma legal per a tornar a casa.
L'advocada de la família pretén denunciar al centre per negligència en altres molts aspectes utilitzant al nen i presionant-lo per a que expliqui altres situacions viscudes (o inventades fins i tot).
M'angoixo, interiorment m'indigno amb la família per la manipulació i l'exposició que estan fent del nen. Tot i així mantinc la calma i els exposo que nosaltres sols pretenem ajudar-los tot i que ells no admeten cap dificultat familiar.

11:30
Amb presses i suors arribo a la ciutat de la justícia. He trucat abans al centre per a que informèssin a la noia que avui tenia el judici que havia d'anar directament al jutjat i que allí es trobaria amb mi. Mentre vaig en el metro em ressonen les paraules amenaçadores de la família. Em sento trist per una banda i enfurismat per una altra. Durant uns breus segons em torno a plantejar el sentit de la meva feina però un missatge al telèfon em recol.loca de nou a lloc: "s'acaba d'escapolir del centre en Manuel, no ha arribat al institut". Merda. Altre cop en Manuel! Si no retorna avui potser es torna a refugiar a la famosa casa ocupada pels nois llatins de la coneguda banda i torna a consumir de tot el que pugui!
A la porta del edifici m'espera Irina. Pel seu aspecte ningú no diria que sols te quinze anys. La seva mirada fa temps que ha deixat enrrere l'adolescència més innocent. Tot i que va entrar al centre amb dotze anys tinc la sensació que en diversos moments l'equip educatiu ha perdut la vinculació amb aquesta nena. Sols la seva tutora i jo de tant en tant semblem connectar amb ella de manera sincera i autèntica.
La veig trista, preocupada. L'encoratjo i li poso d'exemple el darrer més  en que no ha protagonitzat cap incident al centre, no s'ha escapolit i sembla que s'ha apartat dels nois i noies del barri amb els que acostumava a agredir, atracar i amenaçar a d'altres. Avui la jutjaran sobre un suposat atracament a tres noies d'un institut que la van denunciar per robar-los els movils i agredir-les. Ella manté que no va ser. Jo me la crec. Aquest cop sí. La conec el suficient per distingir la veritat de la mentida. Mentre esperem la vista preparem la declaració amb la tècnica de llibertat vigilada, l'advocat d'ofici, l'advocada de Benestar social... Tots parlem i donem instruccions mentre els ulls neguitosos de la nena em diuen que no acaba d'entendre res.
Tanmateix la vista acaba ràpidament donat que l'advocat es queixa al jutge que no s'han aportat unes proves de geolocalització dels móvils que havia demanat prèviament. El jutge posa nova data i Irina i jo tornem caminant cap al centre. Mentre xerrem de coses intranscendents s'atura enmig del carrer i entre plors dissimulats em confessa que fa una setmana que es provoca el vómit després de cada àpat. M'assegura que m'ho diu sols per que la nit anterior es va espantar molt al observar que al ficar-se els dits a la gola aquests sortíen tacats de sang. L'abraço amb força mentre llibera emocions contingudes i ja començo a cavilar sobre com actuar ara: podría tractar-se d'una nova crida d'atenció extrema o be la noia està desenvolupant ja un greu transtorn.

13:30
Arribem tots dos al centre i organitzo als educadors per a que algú marxi ràpidament a urgències amb Irina. En mitja hora hauran arribat al centre la meitat dels nois i si marxa un educador amb Irina hauré d'oblidar-me de tasques directives i donar suport al menjador com educador ja que els altres dos professionals han de sortir a una reunió amb serveis socials i una coordinació amb el psicòleg.
Fet i fet em trobo en poca estona dinant amb el primer torn de dinars esforçant-me en estar centrat en ells i oblidar el matí.
Aquest dijous tenim paella! A mi em va genial però hi ha un parell de noies que no la suporten. En fi. No em barallo gaire amb elles per a convèncer-les que han de menjar un mínim.
L'ambient avui sembla relaxat. Intento dirigir les converses i el context cap a temàtiques amigables i divertides i els nois em segueixen. Acabem rient d'anècdotes passades al centre i begenades diverses. Tot plegat em relaxa i em fa riure. Aquests moments d'armonia i afectivitat amb adolescents de vides trencades tenen un valor extrem.

15h
Rebem una trucada dels Mossos avisant-nos que Manuel està a una comissaria de Barcelona i que l'haurem d'anar a recollir. Mentre converso amb el policia m'afanyo a tancar la porta del despatx donat que s'acaba de girar una forta discussió entre dos nois i els crits i els cops no em deixen escoltar res. Finalment sembla que la sang no arriba al riu i una educadora aconsegueix mediar ràpidament i resoldre la situació.
Mentre els educadors s'organitzen per veure qui  marxarà a recollir al noi m'adono que m'havia reservat unes hores per tal de fer la liquidació econòmica del mes ben concentrat al despatx. De sobte un neguit a l'estómac em recorda que també tinc pendent la memòria de l'any, un munt d'informes per revisar, l'enviament de les estades, la revisió de les incidències a enviar a la direcció general, totes les qüestions relatives al manteniment del edifici, la definició d'objectius anuals, la revisió de les suplències, la construcció del nou horari, l'adequació de la normativa, la preparació dels documents per a la nova llei de dades personals, l'escrit per fiscalia, les plantilles de valoració dels educadors, la construcció de les noves àrees de responsabilitat i no sé quantes coses més.  Els meus pensaments angoixats envaeixen el meu estat d'ànim i em colpegen amb energia. Un tant desanimat per no poder arribar a tot marxo al meu despatx disposat a tancar-me allí per a poder concentrar-me.

15:30h
Assegut davant de la pantalla del ordinador no sé ben be per on començar. M'aplico respiració 4-7-8 per a poder relaxar-me i concentrar-me però m'adono que no ho aconsegueixo. Mentre preparo els documents per a fer la liquidació econòmica, una nova trucada -aquest cop de fiscalia de menors- em recorda que avui havia de lliurar-los un informe i encara l'esperen. Penjo el telèfon i començo a pensar en què fer primer. Mentre hi penso una noia del centre entra al meu despatx amb actitut d'exigència demanant-me que la canvii de tutora, que la seva referent no li fa cas.

17hrs
Estic enllestint l'informe per fiscalia. He anat més lent del que creia. Intento explicar de la millor manera  possible la situació de Miguel. Sòc conscient que aquesta mena d'informes son mirats amb lupa des de fiscalia i especialment per l'advocat o advocada que representarà a la família en una probable oposició a la mesura de tutela. En aquests casos els professionals de la llei acostumen a filar prim i a intentar carregar primer cap als equips de protecció i en cas de no trobar escletxes llavors posen l'ull en les accions del centre. De fet és ben fàcil acusar als centres residencials de negligències o errades. Puc assegurar que cada dia hi estem exposats: una baralla que els educadors no han detectat, un noi que introdueix cànnabis al centre, una noia que es presenta amb actitut sexualitzada a l'habitació d'un noi mentre els dos educadors de nit estan centrats en un jove amb un principi de brot psicòtic, una noia que es sent assetjada per una altra, els robatoris de petits objectes entre els residents ... Hom pot realitzar la tasca educativa amb tota correcció i energía però una errada en algun protocol o la pèrdua de nervis d'un educador en una situació de greu tensió posen al projecte sota sospita.
Mentre penso en tot això mesuro amb cura les paraules del informe. De fet no l'hauria de fer jo aquest escrit. Però fet i fet qui acaba signant tots els documents i prenent la responsabilitat final sòc jo mateix i l'educadora que l'hauria de fer no està en el seu millor moment professional -de fet avui dubto que mai no n' hagi gaudit mai, de bons moments-  i per això m'he encarregat personalment.

17:30
M'hauria de posar a fer la liquidació econòmica però ja no estic centrat. Em sento molt cansat i amb moltes ganes de marxar cap a casa. El meu horari és flexible i em puc organitzar les tasques com més em ve de gust. Precisament avui dilluns és el dia de la setmana del que disposo de més temps. No he d'anar a recollir el meu fill a escola i em podria quedar fins a l'hora que vulgues.  Obro l'excel amb tots els números i començo a revisar les factures dels educadors. M'adono d'una errada monumental en la liquidació anterior i començo a entreveure que haig de refer-la sencera. Això suposarà almenys un parell d'hores de concentració. Definitivament no em veig amb cor i decideixo aprofitar una estona per a repassar alguns dels informes que haig d'entregar a la direcció general.

18:30
Acabo enfurismat amb un educador després de revisar i corregir gairebé totalment el seu informe. Com pot ser que un professional no sàpiga avaluar el projecte individual d'un noi?, com pot ser que la qualitat del informe sigui tan minsa?. Aquest professional ha fet excel.lents intervencions que han canviat la vida d'un noi però no ho ha sabut plasmar en paper. Mentre l'imprimeixo i signo m'adono que necessitaria molt més temps per a poder acompanyar als professionals per a millorar les seves capacitats. Sovint m'empleno la boca explicant com faig el seguiment i el suport dels educadors del centre mitjançant  un protocol de desenvolupament professional molt acurat però la realitat és diferent;  bé no disposo del temps suficient per a poder fer-ho amb calma bé no em se organitzar millor les tasques per arribar a tot tal i com voldria. La tasca del educador és increïble i sovint penso en el terrible esforç emocional que fan a diari. Hi ha professionals que seran més importants que les pròpies famílies per molts adolescents. 

Mentre m'acomiado dels nois i els educadors observo l'estat d'ordre d'alguna habitació i se'm remou l'estómac. Decideixo, però, no dir res i marxar del centre.

19:00
Camino lentament cap al metro. M'envaeix una sensació de feina feta barrejada amb una angoixa profunda per no tenir les coses al dia. De fet crec que mai no he dut les coses al dia. Serà que no m'organitzo prou bé?, serà que disposo de prou recursos per a desenvolupar bé la meva feina?, serà que s'inverteix prou en aquests adolescents?.
Una  jove em mira asseguda al vagó de la línia vermella mentre repasso mentalment la feina per demà. M'adono que aquesta setmana és la darrera per a inscriure als nostres adolescents als famosos cursos de PFI per als adolescents rebotats dels IES sense l'ESO i no tinc clar que tots els tutors tinguin controlades les inscripcions dels seus nois i noies. M'angoixo. Recordo també que haig d'organitzar una compra de matalassos ja que hi ha uns quants que estan en un estat lamentable. Aquest pensament em duu directe cap a les reparacions pendents i els pressupostos que encara no he rebut i que hauré de defensar davant del director financer com indispensables.

Els viatges en metro són uns espais força interessants per a la introspecció. De fet aquest mateix escrit és fruit d'unes poques anades i vingudes. Tanmateix haig de reconèixer que els vagons de la línia vermella amaguen un munt de pensaments personals relacionats amb la feina. Sovint els professionals de l'àmbit tendim a la queixa i a la desesperació. Una de les meves millors teràpies consisteix en reunir-me amb els meus amics i companys directors i directores d'altres centres per a compartir "desgràcies". Però tot i queixar-nos habitualment cal reconèixer que la nostra tasca no està prou reconeguda … de fet diria que tampoc no és ni coneguda. I no és això el que em preocupa sinó més aviat l'absolut desconeixement popular cap a la protecció a la infància. L'absoluta indiferència social cap als infants i adolescents que no han pogut gaudir d'un dels seus drets elementals: la protecció i l'amor familiar en condicions. Em preocupa donat que els recursos dels que disposem es retallen d'any en any, els serveis preventius desapareixen poc a poc a mida que les necessitats augmenten sense control.

21:00
Mentre ajudo al meu fill a rentar-se les dents el mòbil de la feina ressona a l'habitació. Merda! Què passa ara? L'educador de torn m'explica que el centre s'ha quedat a les fosques i que no saben què fer. Li pregunto si els veïns de la zona tenen llum i em respon que no ho ha mirat. Respiro tant fons com em permeten els meus pulmons i li dic que truqui a l'equip de manteniment si es tracta d'un problema del nostre edifici. M'acomiado sense gaires miraments.

21:15
Mentre vaig improvisant el conte de bona nit pel petitó de la casa m'emociono amb les seves reaccions (em comenta que es sent mol trist pel peixet que no troba a la mare). Penso de sobte en els nois i noies del centre. M'entristeix pensar que cap d'ells han gaudit de contes a l'hora d'anar a dormir, que no han tastat l'escalfor familiar plena, que no han gaudit d'una mínima coherència educativa a casa, que no s'han sentit segurs amb els seus progenitors ni han sentit plena felicitat, que no han desenvolupat algunes de les habilitats socials bàsiques que s'adquireixen a casa amb la interrelació familiar, que difícilment coneixeran un funcionament familiar normalitzat i que han de ser persones molt resilients per a poder optar a una vida plena, normalitzada (quina paraula!) i feliç.

21:30
Acarono al meu fill.  Surto a la terrassa a fer una cervesa i gaudir de la fresca primaveral. Veig centenars d'estels, petites llums d'avions que aterren o s'enlairen de la nostra capital mediterrània. Contemplo la terrassa del veí amb els llums de St Joan ja disposats mentre el mòbil de la feina torna a sonar amb la maleïda tonada de jazz que he de canviar ja. El mateix educador d'abans em comenta ara que Mohamed està fora de control i que potser caldrà trucar a l'ambulància i els mossos. Acabo la conversa donant algunes instruccions però m'adono que els nois i noies dels que tenim cura no són tan estranys  com la majoria de la gent creu. Es tracta de persones. Es tracta de vides trencades a la infantesa; de persones que nascuts en altres entorns socials gaudirien o patirien d'una vida com la teva o com la meva. Es tracta de persones, molts d'ells amb valors i habilitats importants als que cal atendre i apoderar.

23:00

Marxo a dormir. Llegeixo algunes pàgines d'Eduardo Galeano. Acluco els ulls rememorant ¨los nadies" i una mena de calfred esvaït m'envaeix. Bona nit.